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Preguntas si el armario esconde dinosaurios,
no sabes nada. Las olas nos llevaron muy lejos...
Es como la señora que me dijo en el metro
por favor, estoy sola, déjame levantarme
para estar mas tranquila, más gorda, ¿ves?, soy gorda,
se siente, que te sientes, ordeñó la señora;
tuve que decir algo mientras tomaba asiento:
usted casará pronto, señora, o algo así.
Me siento comedido cuando llevo corbata.
…Nos llevaron las olas. Para morir en tierra.
Ha llegado el momento de hablar de las hortensias
que mancillan con rabia las paredes de arriba
y los mares de abajo, las hortensias de siempre.
Ahora voy a decirte que lo que te imaginas
ya lo sé, no lo dudes: tiemblo cuando tú tiemblas,
tu incertidumbre es mía como yo soy de ti.
No dices nada, callas porque has vuelto a la noche
La luna siempre llena, recuerdas de la luna
la pena, que la pena, la pena, hasta la pena
pena me duele donde duelen los estigmas sagrados
de la cerveza rubia, de martirios marítimos,
martinis sin sentido, luna de lunes, digo,
me estoy adormeciendo yo también
con los dulces efluvios del incienso, del miedo.
Pues eso. Y ahora mismo tus ojos acerados
me están atravesando, prestos a la descarga.
Escucho la pregunta que anuncia la batalla:
¿Qué son los dinosaurios? ¿Por qué están escondidos?
Es difícil, lo siento, no puedo imaginarte
más que haciendo tortillas con atún y cebolla
para que se alimenten los niños de la nana
triste de esa cebolla, de la cárcel oscura,
como el rayo te has muerto. La esfera es tan redonda
como tu cuerpo blanco, yo estoy siempre al acecho
por si florecen algas en tu vientre, mis ojos
no distinguen la esfera del cuadrado. ¿Quién sabe?
Una copa de whisky también es un milagro,
del tiempo, es un milagro de la primavera.
(Sobre cómo Alejandro cayó en Mesopotamia:
si quieres que desgarre tus labios con mis dientes,
imprégnatelos antes de salvaje veneno.
Tú ya sabes, mi vida, lo que te estás jugando
y yo tampoco estoy en otro mundo). Aquí.
Ya voy a refugiarme, como tú, en el silencio,
las lindas margaritas de tus sueños serán
rebozo de una ausencia. Porque tienen que irse,
vosotros, yo me quedo pegadito a la barra
tomando un cafelito tan negro que da pena
tomárselo tan solo, es que lo tomo solo,
(He tocado una tecla y en la pantalla sale
que tengo un virus. Llamo urgentemente a urgencias.
La pantalla me lanza mensajes alarmantes
del tipo error fatal, el colapso, al carajo.
Llamo a la policía. Esto parece más
un tema de orden público que cuestión de salud.
Tal vez de salud pública. Estoy ya por los suelos,
me han robado la noche entre el portátil,
el médico y la pasma. Y se van a enterar,
amor, yo te lo juro, esto no queda asín.)
[Otra vez: ¿es que el armario esconde dinosaurios?]
Entiendo que el armario pueda tener hormigas,
puede incluso que albergue cientos de calzoncillos,
pero ¿por qué rebuscas el amor en sus baldas?
¿Es que no hay mejor sitio, mis ingles, por ejemplo?
(Con el hipo no puedo escribir más poesía,
ella duerme, la luna se refleja en su pecho
y yo no sé qué hacer, si meterme en la cama
o seguir escribiendo hasta que se despierte.
Buscaré dinosaurios, es lo que voy a hacer,
tampoco es para tanto pasar la noche en vela).