Empiezo a despedirme de este año (por el momento). No quedan días para colgar las varias cosas que he estado haciendo hoy, así que las pongo de una tacada, ya las troceraré. Todas ellas tienen un denominador común: procuran adaptarse al tono, al estilo de uno u otro autor, aunque todos los versos los he escrito yo. Un divertimento más a modo de regalo pascual. Sed benévolos.
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A la manera de Sarmentero, poeta y caballero
Si quieres que lo quiera yo lo quiero
porque tienes el alma de madera,
de madera de quiero y no te quiero:
no basta decir basta a tu manera.
Hasta que no lo quieras no lo quiero
y no lo querré nunca hasta que quiera
querer como se quiere a un cenicero,
como al humo o un tuerto: una quimera.
M e alejaré de ti mientras te acercas
a las aladas almas de las rosas
que se llenan de invierno en primavera.
Seré tornillo donde tú eres tuercas.
Troquelaré tus dardos en la espera.
Lo que espero de ti son otras cosas.
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A la manera de Santiago Tena, amor y libertad.
Vivir, vivir, vivir, vivo viviendo sin saber si me vivo o si me sueño cuando viajo en los trenes tan nocturnos, tanto tuyos, tan míos, tan vivir lo vivido, tan sabido lo muerto, cada segundo incierto estoy desnudo de todo cuanto tengo, lo que es tuyo no es mío, vivir, vivir, la vida, dónde tengo, la vida, dónde duermo, la vida dónde está, qué es vivir, dónde estaba la vida cuando estábamos muertos el uno sobre el otro, vivir, vivir, vivir y estoy muriendo de muerte natural, es amor, es amor lo que siento mientras se cae la noche en mi ventana aunque caigan postigos, aunque caigan castigos, aunque caigan abrigos, aunque se caigan todas las paredes sobre mi vivir muerto, muerto de ti, de mí, muerto de nada, de muerte natural y dudo, dudo, dudo de lo que veo, lo que escucho, lo que me cuentan, dudo de lo que cuento y lo que dices, dudo de lo que mientes y te miento, dudo, vivo envuelto en las dudas de quien nunca ha vivido de vida natural y está viviendo como quien muere a solas con la vida, vivir, vivir, vivir. Hoy no me encontraré cuando amanezca.
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A la manera de Begoña Leonardo, dad al aire mi voz
Tengo frío esta noche
gélida,
armada,
silenciosa,
tengo que abandonarme
en tu sexo desnudo,
pisado,
despreciado,
tengo que salir ya
de la cabaña
que tronco
a tronco
fui levantando sola,
tengo
que estar despierta
para sentir los pasos
que nunca
sabré si vienen o se van.
Donde la espera,
donde
la espera tiene
ese olor a difuntos.
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A mi manera
Vengo
de un velatorio
nada grave,
sólo un muerto
que me recuerda
a todos
los difuntos
que un día
se acordarán de mí.
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A la manera de Mayte Sánchez Sempere.
Me lo dijo esta mañana,
sí, me lo dijo
esta mañana
al despertarse,
le recordé que no,
las piedras que recojo
no son suyas
por mucho
que me trague tantos
años,
tantos,
tantos te quiero mucho
y no,
no me voy a tragar su desayuno.
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A la manera de Marcus Versus.
Joder con la polla,
ya estoy harto,
yo prefiero joder
con otras cosas.
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A la manera (una de ellas) de Elia Maqueda
No miré las plantas de sus pies ni encontré
las raíces en las calles nevadas,
las ventanas
veladas, orificios sin credo y yo
metida en varios avatares
sin salida ni
slide ni puertas colgadas de los árboles
que ahora piso con los pies que nunca fueron plantas
de nada. No sé si estoy metida en las potencias
cuadradas del guarismo de tus noches
o no, me importa más saberme
metida entre los hielos de mi cama sin ti
cuando te miro y siento que respiras mi aliento
y no he salido de la madriguera, yo,
que fui madrugada sin regazo.
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A la manera de María Socorro Luis.
Está abierta.
Pasa sin pedir paso.
Esta noche te aguardo
con las puertas abiertas
y un olor
que recuerda la leña
crepitando en la hoguera.
El mar, lejos, me llama.
No escucho su llamada,
espero que la puerta no se cierre
antes de tu retorno silencioso.
Te espero, pasa,
tengo que hablarte mucho.
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A la manera de Ana Sáenz, escalera de caracol.
Tenía un lápiz
de colores rojo y azul
con el que dibujaba
árboles y tejados,
nunca casas,
las casas tienen
que ser verdes
porque tú eres verde
que te quiero verde
y verte,
mi lápiz de colores
azul y rojo
lo escondía debajo de la almohada
cuando me iba a dormir
y nunca te escribía.
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A la manera de Bolo.
Tenía prisa: tomaba digital.
Cuando se mueve llueve: no te muevas.
Estaba allí, pero estaba p’allá.
Si te pillo te atropello.
Pasa de largo y larga.
Mañana será otro día,
dijo el jamás volveré a pasar hambre.
No bebo: bebeo.
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A la manera de Javier Belinchón
Hoy me siento cansado.
Han pasado las horas
una a una, he sentido
unas tremendas
ganas de llorar de asco.
Nadie me ha visto,
me he encerrado en mí mismo.
No sé por qué me sentiré cansado.
No sé por qué mis manos están secas
y mis palabras huyen,
no sé qué quiero.
Hoy
me siento cansado
ayer, igual. Cómo será mañana
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A la manera de Ángel Rodríguez, Voltios.
En la cola
de la panadería
esta mañana
sentía un frío
intenso
metido entre mis huesos
tenía prisa
una abuela intentaba
colarse
no la dejé
mis huesos son primero
pensé,
y ella
no tiene prisa.
Llegó mi turno
y se formó un revuelo
detrás mío,
fue creciendo un murmullo
hasta que llegó el samur.
A la abuela
intentaron reanimarla
pero nada pudieron
hacer,
directa al anatómico
no sé si de hipotermia
o de hambre
o de vejez.
Da igual. Ya no hubo pan.
No se me quita el frío
ni me entran ganas de comer.
Yo también tengo abuela
y no sé si la echaron a patadas
de cualquier cola en la posguerra.
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A la manera de José Naveiras
Tengo un supermán y una bicicleta,
tengo un berberecho abierto de piernas.
Tú no tienes nada.
Tengo las cenizas de tus cigarrillos,
tengo dos almendros en flor enterrados.
Tú no tienes nada.
Tengo un pensamiento
entre ceja y ceja,
en el entresuelo,
entre los zurcidos,
en los cementerios
de los parachoques.
Tú no tienes nada.
Yo tengo un poema
y unas palmaditas en la espalda.
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A la manera de Palabra en Cierne.
Nunca supe qué hacer con las palabras tristes
hasta que ayer me regalaron una
cesta de navidad llena de nada
que bien pudiera estar llena de todo
lo que no te conozco.
Ahora parto muy lejos,
ya sé qué hacer con mi palabra triste:
te digo adiós.