sábado, 31 de octubre de 2009

ella

A María Socorro Luis, maestra en haikus


Ella va y viene.
Alguna vez se queda.
Hace esto sola.

***

Los muslos prietos
cegaron su mirada.
Vaga cansado.

***

Su lengua lame
naturalezas muertas:
carne de caza.


***

Cuando las lluvias
el ardor es deseo.
Huele a humedad.



lo que queda:
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viernes, 30 de octubre de 2009

Craso erró

.

A Bibiana Poveda

me empatraña la ponzoña entre los intercostales impertérritos. odalisca me adolezco en vaivenes virginales de vandálicas ventriscas.
desparramo cualquier nombre por vitriólico que sea. trago sátrapas
de colores inodoros trago sapos de sabor tirando a verde.
reverbero
cancerbero de rebaños en remesas de papeles.
.
tiro a dar.

la palúdica penuria del crepúsculo crepita
sin corolas en su espita. occipucios sedicentes.
armatostes calimoches con escudo hasta en los dientes
precipitan su orificio insoslayable.
nanométrico el manómetro late latas lapidarias.
petifrica un parco gesto pendolario en su andorrera camorrista sin pendones
ni alipori en los barzones escandidos que apulgara.




.
Craso erró.

No todo es oro. Si lo tocas es peor.
.

jueves, 29 de octubre de 2009

sobre los sueños

.

Artemidoro de Daldis visitó recónditos lugares
recopilando sueños. Llegó a reunir
más de 3.000

.

miércoles, 28 de octubre de 2009

estrés

Por la mañana pienso en el tiempo
y por la noche pienso en el tiempo.
Cuando despierto, empiezo a cavilar
sobre cuánto me queda todavía
para pasar el día, me levanto,
tomo mi cafelito, cuánto
me llevará ducharme y afeitarme,
cuánto escoger corbata y atavíos
uniformarios, grises o azules siempre.


Luego, tras anudarme mal
la soga al cuello, me asomo a la terraza
para allí sopesar no si me tiro o no
(que también podría ser),
si no si es tiempo de mudanza o no,
(que no lo es nunca).
Miro el reloj y es tarde (lo sé aunque está parado),
el ascensor no acaba de llegar,
si bajo andando me fumo un cigarrillo
y hago los ejercicios cotidianos,
así ganamos tiempo.
Llegado a ras de suelo, me planteo
el dilema de siempre, bus o Metro,
oteo el horizonte, no hay ni atisbo
de techo azul o rojo,
hoy va de Metro, digo (ya hablo solo),
cojo el móvil, carajo,
se me olvidó cargarlo.

Compro el periódico en el kiosco,
lo tiro en el primer contenedor que encuentro
como todos los días, total,
cuándo voy a leerlo,
esta vez es la última. La boca,
las tripas, los andenes, corro,
oigo que llega ya, no, es
el otro sentido, me equivoco,
vuelvo a subir las escaleras,
llega, oigo que llega, yo soy
el que no llega, el tren va a efectuar
su entrada en la estación,
maldita sea, hoy voy a llegar tarde.

Puede que los relojes del Metro no funcionen.
Ay, no, descubro que es ya casi lo único
que funciona en el Metro. Desde luego,
mejor que mi reloj, que está sin pilas,
que llevo dos semanas para acercarme
a una tienda chinos a por pilas,
para acercarme no, que paso cerca,
para entrar, y esperar, y preguntar
y salir escopetado, que no llego.


...Como con los zapatos, es lo mismo
tener un agujero o medias suelas, los
calcetines directamente a la basura,
un día acabaré descalzo y adiós
a las miserias (digo ya a medio grito,
me van a traspasar esas miradas torvas).

Al fin. Al fin llego a la entrada
del caserón sombrío donde espero
pasar una jornada inapacible,
que eso ya me lo sé. Enciendo
(¿un cigarrillo?, no, que está prohibido)
mi ordenador última generación, recién
adjudicado en un concurso de voz y datos (sic),
abro el correo del día, nadie ha escrito
no tendrán tiempo para contestarme
(me digo), hace diez días que no sé de nadie.
Miro el reloj parado,
pregunto: alguna novedad,
escucho algo parecido a lo de siempre:
ninguna, y vuelvo a repetirme
que el sillón es incómodo y molesto
para las tantas horas que tengo que pasar
sentado, calentándolo.

Pienso en el tiempo que tengo por delante
y en qué voy a ocuparlo. El desayuno,
con sus porras o churros o tostadas,
los informes sobre los informes que hice
ayer. Las notas de respuesta sin nada,
no responden a nada. Se va el tiempo
en un ir y venir de incertidumbres:
¿llamo o no llamo?, ¿pienso o no pienso?,
¿escribo o no? Vislumbro
que no vale la pena ni pensar ni escribir,
así que voy al baño a ver si meo y,
entre tanto, alguien llama, podré decir así
que estoy reunido. Y es que lo estoy:
reunido con el tiempo y con las sombras,
que no vengan con leches. ¿Qué hora es?
Joder, no llego ni siquiera al baño,
vamos, que ni a mí mismo llego (bisbiseo).

[Pasó la noche entera.
Resucitó la muerte, ya se dijo,
en la música azul de los confines]

Y es que pienso en el tiempo, irremisiblemente,
por la mañana, y al mediodía
corre que te pillo, corre que te pillo,
llegaré a comer un caldito viudo,
mis verduras sanas, nada
mejor que una buena siesta,
no, sí, ya no hay tiempo, ¡Aajx...taxi!
(ya a grito pelado), a Sol, ya son las cinco,
las cinco en punto de la tarde para las seis.
A las siete vuelvo a mirar
el reloj parado, como a las ocho y media,
cuando llego, si llego tan temprano,
a mi casa abarrotada de plantas
y relojes, que ya marcan las nueve,
donde nadie me espera, donde habita el olvido
y el recuerdo. Donde transcurre el tiempo
lentamente, qué más quisiera yo.
No hay tiempo para nada. A cenar
y a la cama. Entre medias
me duermo unos segundos en la tele.

Y por la noche pienso en el tiempo,
mientras suenan teléfonos claramente
a destiempo, y ambulancias, y cánticos
que yo diría como de botellón, pero no digo.



martes, 27 de octubre de 2009

libro de familia

José Luis, hijo
de Luis y María Luisa
hijo de Aurelio y Esperanza
hija de José y Catalina
José hijo de María y de José
Aurelio hermano de Jesús y de María
hijo de los caballos
hermano de José.

José Luis, hijo
de Luis y María Luisa,
sobrino de Jesús José y María
no puede acreditarlo;
nada dice al respecto
el libro de familia
nº 13-77-137 tomo ciento treinta
pagado pago único julio 76
que firma y certifica
Pedro Arroyo Martín.
Ana y Luis son los hijos
y esto es lo único cierto,
el único pasado
que certifica el libro.

Un funcionario espera
rellenar las casillas
del divorcio o del óbito...
¡Es un libro muy raro!

El libro de familia
apenas dice nada
que interese de veras,

no reseña siquiera a los amigos.

Y mucho menos las ausencias.




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lunes, 26 de octubre de 2009

Pilar

Estabas tumbado y pensabas
paredes desnudas un bambi de trapo
miraba con ojos de muerto va y viene Pilar
deja unas camisas en la estantería sale
vuelve a recoger el trapo de polvos
que se le ha olvidado hablarás un rato
quieres a Pilar que te hace esos rizos
moja tu cabeza esparce limón sobre el pelo

luego te perfuma con Álvarez Gómez
y sale orgullosa contigo a la calle
los taxistas gritan cascorrín riendo
a veces miráis hacia el mirador
y mamá hace señas con un cabezazo
dobláis una esquina ya no está mamá
sólo tú y Pilar y el parque que espera.



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domingo, 25 de octubre de 2009

relente

Si estuvieras conmigo y yo contigo
ahora, con el relente de la cercana costa
mojando la baranda
del balcón, no sé qué nos diríamos.
Tal vez me preguntaras por mis hijos
y yo te contaría de sus próximas bodas.
O puede que me dieras un consejo
para que nadie me engañara.
Ya ves que no es así: me han engañado.
Tú supiste bastante del odio y la añoranza,
y no perdono, padre, no puedo perdonarte
que no avisaras antes tu bellísima muerte.

Cuando suena el teléfono a deshora
no es el lechero, sabes, eres tú.
Entonces yo me ducho y lloro solo,
que no es bueno llorar en compañía
de tanta plañidera con oficio
y vocación de mártir. Mañana
veré tus gafas negras, convencido
de que estamos hablando de traiciones
junto a la playa. Cómo está la marea,
qué baja va esta noche la marea,
cuánto me llama el mar y no hay respuesta.


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sábado, 24 de octubre de 2009

poesía al spray: Bárbara Butragueño

Paráfrasis de un post neorrabioso






Yo a la Bárbara que ríe me la creo sólo a medias.

La he visto en otros locales con su sonrisa acordeona,
apoyándose primero en un codo y luego en otro,
jugar con sus deleitosos dientes de leche;
y la he visto
subir luego a los atriles, tomar el micro dramática-
mente ausente de seriedad
y, de pronto (yo no sé cómo explicarlo),

la he visto inmensa, solemne, sacando desde muy adentro
(no de las cuerdas vocales sino de a saber qué sótanos)
una voz perturbadora, dolorosa,
una voz a medias firme y a medias tambaleante,
despaciosa, atropellada, impropia del cuerpecillo
de ese gorrión con sombrero.

Y la he escuchado poemas de identidades sin vértebra,
versos encofrados hechos de escombros y barricadas,
pájaros ardiendo, pastos de cuerpos vacíos, donde
la mujer que sabe reniega de la que siente,
poemas
donde el otro deseado se transforma en unicornio.

Y la he visto bajar luego del atril ovacionada,
y la he vuelto a ver de nuevo sonriente cual una peonza
o sacapuntas,
alegrando y alegrándose, y me he dicho,
me he dicho otra vez: qué miedo, qué miedo me da esta chica,
qué miedo dan los poetas que se van quitando capas
una a una, los que enseñan sus almenas putrefactas,
los que nos detallan todas las fases de su hundimiento.

Qué miedo:
porque a Bárbara, si ríe, me la creo a medias sólo,
sólo a medias, pero en cambio me la creo toda entera
cuando la escucho en sus versos o la tiemblo al recitar.


Hoy. Domingo. 21:00. Bar Malatesta. C/Olmo, 3. Metro Lavapiés. El Tren Vertical. Coordina Alfonso López. Nuevo incendio de Bárbara Butragueño.

Felicidades, amiga.


viernes, 23 de octubre de 2009

desafío

.
Flor abierta.

Descomunal
columna planetaria.

Versión del paraíso
anterior a la vida:
ni tú ni yo existíamos

antes de ser
desnudos uno y otro.

El uno frente al otro.


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jueves, 22 de octubre de 2009

días placenteros

…y caer, como lágrimas del día,
ésas... ¡no volverán!
G. A. Bécquer
Tan placenteros días
no volverán.
Serán otros los juegos,
otros los patinetes, las peonzas,
las carreras de sacos; pero aquellas
tardes que se alargaban,
aquellos sudorosos cuerpos evanescentes
al filo de una noche de verbena,
esos, no volverán.

Ha llegado el invierno y siento el frío:
hoy toca hacer calceta y partir leña
para avivar el fuego. Bailaremos
en torno de las llamas
y sabremos que sí, que ya se han ido
aquellas primaveras:
ésas no volverán, pero nos quedan
otras, quién sabe si mejores.

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miércoles, 21 de octubre de 2009

jugábamos al mus

Son las tres menos cinco.
Tengo miedo.
Alguno pide plaza de maestro.
Salen los duples. Otro
vigila a quién. Un ciego.
En los momentos nada decisivos
ninguno está, no encuentra
nadie nada, ninguno, de sí mismo.
Triples, cuádruples, quíntuples,
ja, treinta y uno,
ja ja ja, je je je,
qué jugada maestra.
Van siete, son las tres
menos cuatro. Tengo. Paso.
Ellos no saben: siempre
les sale juego.

¡Ay amada, qué bella, qué muerte
tan dulce la que ofreces!

martes, 20 de octubre de 2009

callejero, 22: calle de las Tres Cruces

.

Cuando la cruzo
no hay calvario que valga.
Sudarios negros.



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lunes, 19 de octubre de 2009

callejero, 21: calle de la Madera

.
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Sus ventanales
se llenan de algaradas
y de maderos.


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domingo, 18 de octubre de 2009

callejero, 20: plaza de la Cebada

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Volaban tristes:
volvieron a su jaula
faltos de alpiste.


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sábado, 17 de octubre de 2009

callejero, 19: calle de Válgame Dios

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Su letanía
de noche suena blanca,
negra de día.


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viernes, 16 de octubre de 2009

Sombrero

Lleva una pluma
en el sombrero,
pero no sabe
por qué
lleva sombrero.
Tampoco sabe
por qué lleva
una pluma
en el sombrero.

jueves, 15 de octubre de 2009

sobre poetas y dimisiones

Cuando aprendí a decir
ma-má
me hice poeta.
Cuando escribí
mi primer verso
dimití,
aunque (debo decirlo)
de forma revocable.
Luego seguí
con mis poemas
y acabé dimitiendo
de forma irrevocable. Ahora,
ya lejos del Parnaso,
me siento un escribiente.
y dejo que otros hagan la poesía
o el memo, que hay de todo.



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miércoles, 14 de octubre de 2009

Aitor Antígona, amanuense

No se trata de ladrones ajusticiados en Arabia Saudita ni nada de eso. Aunque es un dato relativamente desconocido, hay multitud de escritores a los que les falta la mano derecha. O el brazo. Están por todas partes. Aitor Antígona, amanuense, tiene bien ganada fama en los círculos de escritores mancos de la ciudad. Escritores, todos ellos, que se precian de ser descendientes del glorioso manco. Escritores noctámbulos y egocéntricos. Caprichosos y dictadores. Anda, niño, que te voy a dictar, espabila –apremia el de esta noche–. Y escribe, hoy con pereza, Aitor Antígona:

-“Las bicicletas son para andar por casa, sólo protestarán si son patines. Las clases de guitarra que las dé otro. El verano es para el otoño. Tú no eres para mí. Las nubes ocultarán tu rostro. El resto serán voces. Los muertos gritan como los vivos. Las bicicletas chirrían y se mueren. La guitarra es un ataúd. Otro tañe sus cuerdas. Las palomas zurean sobre la barandilla. Una vez me asomé a la terraza con ánimo pecador y fue el desprecio, un mirar sin ver, un qué haces tú aquí, me daba miedo y corrí a lavarme la cara, no era una pesadilla, el tren arrancó traqueteando y no salté. No salté, porque los vivos gritan como los muertos. No salté, porque los muertos sólo gritan en ocasiones especiales; y no pensé que aquella fuera una ocasión especial, porque no lo era. Los vecinos son para la primavera, pero por desgracia la primavera no es para los vecinos. Es para los ataúdes la primavera, florecen los almendros, florecen los manzanos y los cipreses manan de las fuentes de nieve. Ni para morir, ni para soñar, ni para vivir, ni para llorar es la primavera. El ala de la gaviota traza su curva obscena. El mar se ha quedado sin olas, sin ahogados, sin algas, huérfano de arena, el mar, huérfano de aroma, el mar, huérfano de espuma. Tu rostro y el resto. Qué mar amargo, amarte. Amanece. Al alba alguien aguarda, armarios activistas acometen ataques anacrónicos, acosa algún arácnido, afloran aguaturmas amarillas, almohadas albergan angustia, almenas armadas, alacenas, al amanecer anidan alucinaciones, ay alma atormentada, aguardo adormecido ante pero para por. Y no salté”. Espera, que si no, no, no. Esto no lo copies – corta el genio volviendo en sí.

–Ya está bien, maestro –dice Aitor–, se me está atragantando con las preposiciones y encima le ha dado un ataque de monovocalismo. Esto no puede ser. Yo, en su lugar, hubiera saltado, si es que eso quiere decir algo. Saltar.

–Ay, mi niño –retoma su soniquete el manopocha–, no me vas a dejar esta noche que duerma contigo, vaquerillo mío, y te ponga una manta que así, desnudito, vas a pasar frío, y una buena almohada, y después le dirás a tu madre que te quiero aumentar la soldada, mira qué plumita, ay, qué resalada cuando resucita.

Aitor, que en verdad estaba desnudo y a ver quién explica eso, hace rápidamente su composición de lugar, me lo dice o me lo cuenta, esto es, escribo, o de verdad quiere dar rienda suelta a su mano izquierda, el mamón este. Antígona no se anda por las ramas, la pluma es lo de menos, total, mañana lo pasaré todo al disco duro, calibra. Tampoco tiene excesivas ganas de seguir escribiendo al dictado. Su reputación como amanuense tiene mucho que ver con esto: enseguida pierde las ganas de escribir y acepta gustoso otras ganancias.

– ¡Aitor, ya estoy aquí! -Grita el manco eufórico–. Al mar, esto es la guerra, viva Lepanto, aguanta, aguanta, ay.

– Qué zurda más artística, maestro –suspira remolón el amanuense–. No quiero ni pensar qué pasaría si no tuviera brazos, ni izquierdo ni derecho.

Exhausto el dictador cae sobre el niño, mi Aitorcito, amanuense, antígona amantísima, ayer, ay, ay, ay, acacias, almazaras, no tienes precio, ángel.


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martes, 13 de octubre de 2009

callejero, 18: plaza de Lavapies

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Fue con zapatos
y sin darse ni cuenta
volvió a pie suelto.


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lunes, 12 de octubre de 2009

callejero, 17: paseo de las Delicias

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No hubo ternura:
aquella caminata
fue de cuidado.


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domingo, 11 de octubre de 2009

callejero, 16: glorieta de Embajadores

.
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Hoy se reúnen
gentes de malvivir
donde antes duques.


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sábado, 10 de octubre de 2009

no me rindo

.

Me crecen los enanos.

Estoy grabando un disco,
preparando conciertos,
haciendo bolos
por aquí y por allá,

promocionando
la venta de mi libro
(que, como es lo más lógico
recomiendo fervorosamente),
mis Ediciones del Primor me llevan
de cabeza, no escapan a la crisis.

Y yo me voy de viaje de recreo
para no enfurruñarme
aún más de lo que estoy.

Pero rendirse, nunca.
Ni tampoco engañar:
dejaré programadas
las entradas,
a ver si esto funciona.

Hasta la vuelta, pues.
Besos y abrazos,
y tenedlo en cuenta:
esto no es un poema.

Aunque esté en verso.

.

obvios vs elípticos




Los poetas elípticos obviamente la tienen elíptica. Los obvios, por contra, la tienen sumamente obvia.

La tenemos buena.

Los poetas elípticos disparan con balas de plata sin romper las redes. Los obvios, con dardos disparan directos al cuerpo a ver cuántos meten.

La tenemos gorda.

Los poetas elípticos en vez de jugadas trenzan los bolillos, no como los obvios, que cargan con todas las cargas contra el delantero.

La tenemos floja.

Entre obvios y elípticos ya la hemos montado en el campo de Marte forjando la lucha sin tregua, la lid sin cuartel, la incruenta batalla.

La tenemos flácida.

Entre otros y unos me voy por las ramas, por las periferias, por la Vía Elípica.

Me duelen la muelas.

Me duelen las tripas, también las narices y las cicatrices, como las lombrices, como las actrices y las meretrices y las submatrices, también las perdices y los qué-me-dices y los vice-vices y los pontifices y los artifices y los papanatas y los indios y los indicios y las matronas y los patrones y los patricios y

hasta los gatos y los tímpanos.

Buena la hemos hecho.

viernes, 9 de octubre de 2009

sin pudor

.
No, no soy pequeño,
soy minúsculo.
Lo digo con orgullo
precisamente ahora,
cuando están tan de moda
los tamaños del pene.

Pero yo estoy hablando del cerebro,
y no del mío, creo.


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jueves, 8 de octubre de 2009

reset

.

Era todo muy triste, eso lo supe luego.

Íbamos al colegio con aquellos
pantalones tan cortos y una prenda algo extraña
con forma de corbata que se ataba
con una goma elástica. En el patio, el recreo
era un parque temático pero sin luz eléctrica.
Bailábamos peonzas, jugábamos al clavo,
a carreras de chapas que entonces cotizaban
tanto o más que un cincuentín de oro,
a veces al pañuelo, siempre al futbol
con balones de trapo, cada vez con un líder
por bando que era el rey de la fiesta.
Llovía sin parar, todos los días,
una lluvia tenaz, torpe, liviana,
que empapaba la ropa, los chalecos de lana
que mi madre tejía con orgullo de madre.

Todo era triste entonces, pero yo lo ignoraba,
yo era un niño feliz a pesar de los curas.
Era normal que cada invierno dieran
la vuelta a los abrigos, y cada primavera
una modista gorda, cantarina,
cambiara a las camisas los cuellos y los puños
desgastados. Los amigos
–ya nos vamos muriendo– eran algo intocable,
para toda la vida. En el cine estrenaban
una película cada dos o tres meses.
Y odiábamos la copla. Más que nada
porque no era sencillo odiar en aquel tiempo:
el odio era pecado y, aunque tampoco eso lo sabía,
te podía costar serios disgustos y algún año de cárcel.

Todo era triste, eso lo supe luego.

Todo era triste entonces y sigue siendo triste,
lo malo es que ahora sé lo que antes no sabía
y siento un malestar tripas adentro
cuando pienso los tiempos felices de mi infancia.
No puedo ser feliz. No quiero
haber sido feliz. Sigue lloviendo
y ahora el agua me cala hasta los huesos.
No tengo en la cabeza más que muertes
de efectos especiales,
algunos muertos vivos y una espesa
sensación de vacío. Muchas veces
me despierto en la noche envuelto en nieblas
de traición o de olvido. Me tomo dos pastillas
y me vuelvo a dormir; y me regreso

al patio del colegio, allí están todos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

leve digresión

Educar no es difícil, es estúpido.
De niño me enseñaron a ser bueno.
Por eso no lo soy. Enseñaré a mis hijos
a ser malos, malísimos.
Espero tener suerte y que ellos purguen
por todos mis pecados.



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martes, 6 de octubre de 2009

en tu sueño

Cuando te duermes, fumo
y me meto en tu sueño
sin que tú te des cuenta;
siempre que esto sucede
(suele ser cada noche)
se me llenan de estrépitos los huesos,

los fantasmas
que habitan nuestra casa
saltan en sus rincones
como diciendo: vamos.

Y yo me sumo a rigodón tan raro
trepando por las ramas
de todas tus arterias;
yo,
que nunca trepé,
lo hago en tu cuerpo, dentro
de tu cuerpo,
lleno de tu cuerpo, de ti,
mientras duermes.

Me agazapo en tu vientre.

Luego apago el cigarro
y comienzo a soñar
que tú me sueñas.

No que sueñas conmigo.




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lunes, 5 de octubre de 2009

somos muy raros, 7: se prohíbe besar

El Colegio Oficial de Médicos
de Madrid ha colgado en su fachada
una pancarta de 30 metros
con esta leyenda:

"No beses, no des
la mano, di
hola". En definitiva,

se nos exhorta a que imitemos
ese saludo japonés
que consiste en una leve
inclinación de cabeza,
y punto pelota.

Ésas son las prevenciones
fundamentales contra la gripe
A,
que, según todas las previsiones,
a-
tacará
a-
viesamente
tras
el verano.

Y también parece muy importante
lavarse las manos varias veces
al día. Muchas personas bordes
se van a poner de moda de inmediato
por obligación. Y la gente arisca.
Llegan tiempos de misantropía.

("Noli me tangere”,
dijo Jesucristo a María
Magdalena. Ésa podría
ser la consigna contra la gripe.

Para morirse de risa, sí,

pero es así).

El País 09/08/2009

domingo, 4 de octubre de 2009

hoy: árbol apadrina poema.

.
.


Esta vez el otoño en vez de hojas
arrancará unos versos a los árboles.
Se llenarán las calles de poemas,
un grupo de lunáticos
hará que la mañana de domingo
se suba a las paredes
brincando contra el tedio,
contra todos los miedos.

Luego vendrá el equipo de limpieza
y con celo, con furia,
nos dejará las calles nuevamente

desnudas, sin poesía,
antes de recoger los botellones.
Habría que decirles
(cito a Juan Carlos Mestre):

“No lo tomen a mal,
pero aún quisiéramos pedirles una cosa,
mis viejos camaradas amigos de los árboles
acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional”.

El domingo, colgada de poemas por Malasaña. Anímense.

sábado, 3 de octubre de 2009

grotesquidología

La teoría de la grotesquidad
(o grotesquidología) aún está por construir,
pero indagando un poco, o divagando,
pueden establecerse sus principios
más básicos. En buena teoría,
habrá que definir previamente el objeto:
¿Qué puede ser grotesco?
¿Una palabra ¿Un gesto? ?¿Un arañazo?
No: es mucho más grotesco
un Parlamento mudo.
La ética convertida en razones de Estado.
La estética en pelotas.
Una sonrisa malograda en rictus.
El jefe de la oposición.
Decir de entrada no, mas puede que,
quizás, ya lo veremos.
Grotescas son las tablas de input-output,
las banderas,
las bombas de racimo, los G-20.
Grotesco es ser (no ser) perdedores en todo
y encima sonreír. Contar conmigo.
Tener corazonadas.
Hacer la cuenta de la vieja y
sumar diez millones de votos
y otros tantos millones de parados.
Grotesco, en sumo grado,
es hacer las Américas y volver sin un duro.
Grotesco es trabajar. Grotesco jubilarse
sin tener ni siquiera un sueño en el bolsillo.
Grotescos son los saltos de alegría
cuando ganan los nuestros. Los nuestros
son grotescos. Grotesco es hacer cola,
como es grotesco el rímel si se corre.
Grotesco, en fin, amar un imposible
y proclamar que has consumado el acto.

La teoría de la grotesquidad propone
indagar los intentos fallidos de ser libre
por presumirse libre antes de tiempo,
y su metodológico instrumento
(que nada sabe
de condiciones objetivas) es,
de puro simple, creo yo, perfecto.

Pero qué tontería,
la teoría de la grotesquidad
anda buscando a un Einstein
y a mí me toca
decir que sí
mañana.

viernes, 2 de octubre de 2009

o no

Empiezo a pensar que no
pero un no que es no que sí
que puede ser un quizás

que no se ve
ni se intuye, que no huele
en las orquídeas auroras
calimochas del silencio

petrificado,
momificado en que sí,
tal vez puedo y que también
o no.


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jueves, 1 de octubre de 2009

Un nuevo libro: Tiempo a destiempo

Pues es lo que hay, amigos, y estoy contento. Este libro ha salido en parte gracias a vosotros. Y, si queréis, os dejo de forma totalmente impúdica el enlace donde de momento se puede adquirir. Y habra´premio (sorpresa! La verdad es que estas cosas me dan corte).


Hay un tiempo que pasa, como tal, y hay otro que se acompasa, se pasa con alguien o con algo. En la música hay tiempos en compases, pero si hablamos de climatología no hay, hace, buen tiempo o malo. Hay tantos tiempos que escribir sobre el tiempo puede llegar a ser un ejercicio casi metafísico.


José Luis Zúñiga, autor de este poemario, es muy consciente de la dificultad que conlleva expresar tan diversos conceptos. Y lo intenta al hilo de los cuatro epígrafes que lo vertebran (a la intemperie, contratiempo, fuera de ti, subversión…), diversos y, a la vez, entrelazados de forma tan sutil que pudiera parecer imperceptible. Tiempo a destiempo, finalista del primer concurso de poesía de la editorial Poesía Eres Tú, es, sin duda, una obra de madurez, cuyos recursos estilísticos no se atienen a modas ni ortodoxias más allá de lo que la propia voz poética le reclama al autor. En efecto, citando lafrase que abre el libro, escribir es un contratiempo.

EL AUTOR:

JOSÉ LUIS ZÚÑIGA (Torrelavega 1949). Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y funcionario en activo. Ha publicado numerosos poemarios: A medio andar (1971), Presencia final (1990), Lugares (1997), Nombres propios (1997), Calma chicha (1999), La lluvia de los pájaros (2000), Libro defamilia (2001) y Peinarse cada día el corazón (2004).


Con el heterónimo de Jorge del Primor ha publicado también relatos cortos como Cuando íbamos al monte (1998) y Escrito con pluma (2002),vasí como el libro de poesía El grito del Taguloguta (2006). Entre una y otra cosa, el autor ha ido construyendo un imaginario poético de cierta entidad que recopiló, en gran parte, en lo que hasta ahora es su último título: Era otro hoy(Ediciones del Primor, Madrid, 2008)


Como cantautor ha retomado recientemente sus apariciones en directo, actuando en salas como Trovadicta o Clamores. Es autor de más de doscientas canciones, que abarcan diversas épocas y estilos.


EXTRACTO DE LA OBRA:

carpe diem

Precisamente ahora
estoy trazando el rumbo de mi vida.

Ahora, cuando me estalla en la cabeza
toda la petulancia de saberme
vivido siempre atado y bien atado.

Sentado aquí, el gesto adormecido
frente a la taza blanca en que aún humea
esa infusión que tomo cada tarde,
trazo rumbos y escalas.

¡Ay, vana pretensión del astrolabio!

Precisamente ahora
pienso romper los mapas de mi vida.


Prefiero andar a ciegas que al milímetro.



amistades peligrosas

Ciertas noches no sirven los fotones
ni como tema de conversación.
Ciertas noches —sin ir más lejos, hoy—
sólo sirven las buenas compañías,
la simple voz que cuenta cómo le va la vida
y te pregunta o no, pero te escucha;
sirven las caminatas por callejuelas húmedas,
la esquina que ilumina una farola rota,
el cigarrillo de las confidencias,
los burdeles vacíos de un sábado en la noche.
Ciertas noches no sirven los fotones,
con un hasta mañana va de sobra.

Ciertas noches dan pena. Pero la noche avanza
y te sientes a gusto entre nuevos abrazos,
entre gente que vive, que respira contigo
sin tú saberlo apenas. Y entonces te das cuenta
de la futilidad de los fotones.

Puedo hablar de fotones con cierta autoridad,
pero prefiero hablar del pan con queso,
que es mucho más amable. Quede claro
que me gusta la gente propensa a la ternura,
sencilla, transparente: nunca doble.
Normalmente, en este juego de vivir la vida,
me juego el corazón a todo o nada
y pierdo siempre, menos cuando gano.
Hoy me tocó ganar. Otros perdieron.


el olor de los versos

Poemas que destilan
olor a sol de invierno.
Versos que desparraman su perfume
de forma caprichosa.
Estrofas que de pronto
huelen a cementerio.
Tus dedos toman, temblorosos,
el papel y la pluma
y no sabes si vas a estornudar
—si eres, como es el caso,
alérgico al perfume—
o no, según tengan el día
los fonemas que buscas con ahínco.
¡Achissss…! Jesús. Son tan raros los versos
que a veces uno piensa
en dejarlos morir en el tintero
y tumbarse en el techo envuelto en sus retruécanos.

Pero nunca lo haces.
Qué duro es este oficio de escribir.