De regreso hacia la morada
en que aguarda la mesa puesta
para el almuerzo solitario
se detiene al cruzar el parque
junto al arroyo. La mañana
ha pasado como un ensalmo.
Se arrebata bajo las ramas,
siente la hoguera de unos labios
sobre sus labios antes fríos
y que ahora brillan con fulgor.
Nadie la espera, se ha hecho tarde:
cruza la puerta de su casa
escabulléndose. Las nubes
van cargadas de muertes blandas.
Tiembla la llama de sus labios.
Se adentra a ciegas en el túnel,
noche oscura del alma.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 17 horas
6 comentarios:
este poema tiene varias interpretaciones
y todo queda en el aire (buena mano).
descubrí tu blog y lo leeré con frecuencia
saludos
¿el poder de la imaginación?...¿la memoria de lo vivido?...
Un beso
Los dos últimos versos son tan tristes, tan oscuros, que "casi" me dan miedo. En serio, he sentido una cierta desazón al leerlos.
Ahora caigo en que es una noche oscura del alma al reves. El ansia de amores la precede, la noche no es el principio, sino el final y en su conjunto el efecto es... demoledor.
Fantástico.
Sí, Chema, no sé bien lo que queda en el aire: eso debe ser el poema
Soco, ¿no será la memoria imaginada? Yo no sé lo que es...
Gracias, Rafael, a mí también me da miedo. Ahí está Juan de la Cruz, al final se coló. O no al final: la cosa sige en mi cabeza y algo habrá que hacer para dar al tema una salida. Ya veremos; ahora, que reposen los versos.
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