En el pueblo dos calles.
En la calle primera
una esquina y dos cables;
dos cables y un esquina
en la segunda calle.
En la esquina un bordillo,
en el bordillo, nadie.
Siempre la misma esquina.
Un perro se pasea
por la acera de enfrente,
la que no tiene esquinas,
la que no tiene gente.
Un perro solitario
rumbo a ninguna parte.
Es un pueblo perdido.
Es mi pueblo: prefiero
que no tenga habitantes
ni huellas ni recuerdos
ni un solo escaparate.
Tampoco un cementerio:
yo no voy a enterrarme.
Levanta polvo el viento.
Arrastra muerte el aire.
No sale en ningún mapa,
mi pueblo se ha perdido
en la tierra de nadie.
Por mucho que me busque
nunca podré encontrarme.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 17 horas
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