Mientras deja correr el agua
sobre su piel estremecida
siente el frescor de la mañana
que ha amanecido azul, tan limpia,
tras el fragor de la tormenta
de la pasada noche. Piensa
en las imágenes de un sueño
que no consigue recordar.
Él dormita sin decidirse
a abandonar el tibio lecho
cuando vuelve el pastor dulcísimo
y ella con él tras la maleza
abandonándose al abrazo.
Ahora lo sabe: no fue un sueño.
Pasó al fragor de la tormenta.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 16 horas
2 comentarios:
Aún no sé si seguirá esta serie. Me gustaría. Me ha recordado el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Y fíjate que no tiene nada que ver; quizás me ha despistado la dulcísia miel del pastor y el hecho de que lo que cuentas se puede leer literalmente sin mayores problemas y, sin embargo, algo nos dice que un misterio esconde.
Además este verso de nueve sílabas. Dicen que el más natural en castellano es el de ocho. Tú le añades una a ese verso natural; y parece que nos dijeras: "hay algo más de lo aparente, algo más".
Aguardo ya tu siguiente "poemable".
Pues no es una serie, Rafael, aunque algo habrá, porque tengo el tema rondándome la cabeza hace tiempo. Por el momento, ando con una especie de romance larguísimo... en octosílabos. Qué cosas.
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