sábado, 16 de mayo de 2009

mientras escucho a Mozart

Mientras escucho a Mozart te imagino
Penélope tejiendo y destejiendo,
trajinando los sueños, convirtiendo
sin aparente esfuerzo el agua en vino.

Mientras escucho a Mozart te imagino
sacando brillo al viento, revolviendo,
acariciando sombras, padeciendo
en las sartenes negras tu destino.

Es la pequeña música nocturna,
como la vida frágil que te pido
en esta tarde gris y taciturna.

Mozart es todo el mundo que he tenido:
sólo tú y él sois lo que tengo ahora,
cuando se acerca el tiempo del olvido.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

mozart forever

Rafael Arenas García dijo...

Ah, José Luis, cómo disfruto leyéndote. Una vez oi o lei que el poema era su último verso. Hoy he visto que puede ser otro, el penúltimo; el decimotercero, precisamente, el verso sin rima en un soneto tan perfecto. Hasta en la forma dices que nada merece ser apolíneo cuando sólo nos queda pedir una vida frágil en una tarde gris y taciturna.
Tú no solamente puedes, sino que escribes los versos más tristes del mundo.

Mayte Sánchez Sempere dijo...

Ayyyyyyyy, pero hombre, por dios, no me juntes a Penélope y a Mozart en el mismo poema, que se me descascarilla la pintuta y se me aflojan las juntas.

Pareceme que este va a mi blog, recomendado :)

Besos mil

Jose Zúñiga dijo...

Forever, Santiago! Como tantos otros,en especial todos los que empiezan por B...

Jose Zúñiga dijo...

El caso, Rafael, es que sí, que me salen versos tristes. Será la particular terapia de esos otros duendes que me habitan.

Gracias por tus comentarios, a veces me descubres cosas que ni yo sé,ya te lo dije. Y tratándose de un soneto, que últimamente, no sé por qué, están un tanto arrinconados, pues más. Me gusta ser ecléctico, como sabes también.

Jose Zúñiga dijo...

Mayte: lo de Penélope, después de tus puntadas, lo sabía. Lo de Mozart, no. Aunque te diré que la pequeña música es una pequeña licencia poética, en realidad estaba escuchando el concierto para clarinete, cuyo adagio siempre me conmueve.
Bss.