viernes, 8 de mayo de 2009

hoja en blanco

Tendré que verme contigo
un día de estos y hablar.
Hablar de qué.
De mirarnos.
Y qué veremos.
No sé.

Fueron pasando los días
y nunca la volvió a ver.

2 comentarios:

Begoña Leonardo dijo...

Los encuentros con amigos, enemigos, amantes, parientes, conocidos... Previsibles.
A mi me encantan esos encuentros fortuitos, con un alma gemela a la que abres tu corazón, y sabes que nunca más se repetirá, porque al día siguiente estarás a miles de kilómetros y es remota la posibilidad de que exista un nuevo encuentro, por mucho que el mundo sea un pañuelo.

Besos y achuchones.

Jose Zúñiga dijo...

Así es. Como también es cierto que hay encuentros que sabes que nunca van a producirse.
Un abrazo.