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Son mortaja. Las ojeras del mar de los sargazos son peces desarmados,
un recuerdo de astillas nunca fósiles. Se cierra el mar abierto,
la tierra prometida, las tablas del becerro,
el vellocino, dónde, dónde el arca.
Y dónde el paso del que escucha los golpes de la azada.
Y la gente se queja de su caja vacía.
Son mortaja, ataúd esas piernas
cuyos calambres también son o serán
pasto y recuerdo de algún ejecutado en la cárcel de Arkansas
entre aplausos y vítores de las víctimas crueles,
de los crueles verdugos, de los negros, los blancos, los presos y guardianes,
qué más da, en el revuelo qué más dará, todos somos iguales más o menos,
todos, menos cuando nacemos, que no somos iguales ni distintos aunque lloremos de forma diferente.
Y la caja se queja de su gente vacía.
Tu boca, tus arcángeles ciegos,
dónde fueron los pífanos de las puertas del cielo, de mi cielo.
Eres mortaja de todas las mortajas
sin tan siquiera huellas sobre tu manto oscuro.
Adónde llevas, dime, qué paralelos tienen tus paredes.
No hay luz aunque deslumbre tu blanca palidez.
No hay belleza ninguna en la melancolía de tus bancos.
Y la caja se gente de su queja vacía.
Tres bancos, un rebaño y millones de copas.
Ni una sencilla cúpula que tú dirías, Leilah,
lo dijo Leilah, blanca, hermosa, ella sí inmaculada:
esta ciudad ha muerto envuelta en catedrales.
No hay tristeza en su muerte, ni hay misterio.
Y la gente se queja en su caja de pino.
domingo, 31 de enero de 2010
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24 comentarios:
José, este poema es muy bueno. Me gusta mucho. (Y sabes que así nomás no suelo hacer comentarios).
La gente se queja y no tienen ni puta idea de lo que realmente vale o que otros no tienen absolutamente nada.
Abrazos, amigo!!
Gio.
El mundo es espectáculo. Porque así lo hemos hecho.
Dicen que no hay pecios en el mar de los Sargazos. Creo que todo el fondo es de coral y las hierbas marinas buscan su camino hasta la superficie.
También sabemos que las angulitas nacen allí y viajan desnudas hasta nosotros, sin queja. Y sin queja hallan los pecios que no encontraron en su país de algas y coral. Y que serán su mortaja.
Un abrazo
Chuff!!
Quejarse en estos tiempos, cuando aun se puede respirar, ver, caminar.. es una verdadera putada...
interesantes tus palabras..
Nos quejamos por vicio. Y por innumerables neurósis.
Solo sirve para conservar lo que somos... no sea caso que...
Un abrazo Jose,
Kike
y la gente se queja y nos quejamos por que seguramente no tenemos nada mejor que hacer
un bess
Admiro tu ingenio para hacer malabarismo con las palabras, y saber decir, así, tan da corrido, tantas verdades.
Va un abrazo.
Qué gran poema, maestro aprendo, o lo intento...
Te achucho.
De lo mejor, Jose. No sé por dóde tirar porque abre muchas sendas.
joder que bueno, "y la gente se queja de su caja vacía", y todos somos iguales menos cuando nacemos o morimos, te superas jefe, de veras, muy bueno.
Y es que la gente se queja de vicio... son mortajas andantes en busca de su caja de pino.
Muy bueno tu poema.
Saludos.
Pues como en verdad no frecuentas, te agradezco mucho el comentario, Gio.
Nos lo han hecho?
Las migraciones marinas tienen mucho que ver con todo esto, Zen, no caben las pateras en los versos pero están ahí flotando.
Y un abrazo.
De todas formas, habrá que quejarse. No: que revolverse, pero en serio, Allek.
Kike, yo no me quejo, sólo lloro de vez en cuando cuando nadie me ve.
Abrazo.
Ana, tener si tenemos. Que lo hagamos ya es otra cuestión.
Espero que sean verdades, Soco. Y sé que tú las ves.
Bs.
Gracias, perono, ni lo intentes, Bego, tú a lo tuyo, que es muy bueno.
Achuchón
Pues por la que mejor te vaya, Pepe. Seguro que aciertas.
Un abrazo.
Ya lo dijo Batania, volti: ya no tengo remedio, pero sí el culo inquieto. Ahí andamos, buscando, arañando poemas.
Abrazo.
Ya no sé sies la gente que se queja o son las cajas que se encogen, Emilio. Tanto da. Vicio siempre hay.
Salud.
Tu poesîa pertenece a un linaje muy español (para mí que conozco pocas cosas), de corazón noble y enrabietado, una poesía profundamente humana y sincera, de aquella que lleva uno con el polvo del camino.
Saludos
Un halago tus palabras, Leonardo. Procuro que mis versos sean siempre sinceros, de verdad, y sin duda regogen el polvo del camino, que hay mucho andado.
Abrazo.
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