Versos que surgieron sobre las palabras
vertidas en un comentario por Rafael Arenas
que no ha visto nadie.
El fuego y el frío y el frío
y el fuego y la entraña…
Y vuelvo a la entraña.
Se esparcen cadáveres
de ciervos en la roca blanca.
Se esparcen cadáveres
de ciervos que nunca nacieron.
Se esparcen cadáveres
de ciervos apátridas, huérfanos,
ciervos ateridos,
ciervos condenados a nunca pudrirse,
a no gozar nunca la suerte
de descomponerse.
Y vuelvo a la entraña
como quien retorna
a su acogedora nada regresiva,
carne putrefacta, sólida estulticia
la nada, la nada que impide
ser hueso en la llama. Nunca llegaremos
al polvo, nunca seré polvo
vuelto al polvo, nunca.
Y vuelvo a la entraña.
Tan sólo gusanos sobre los cadáveres,
los ojos abiertos de los ciervos fríos,
los que se lanzaron, ingenuos,
a la llama ardiente
que hablaba en la zarza.
Y vuelvo a la entraña, esa entraña
que no ha visto nadie.
El fuego y el frío y el frío
y el fuego y la entraña…
¿De qué otra manera se puede
hablar de la muerte?
10 comentarios:
Me has dejado anonadado. Es impresionante lo que has construido. Reconozco la imagen que vi al leer tu "en la zarza" y que compartí en el comentario, y me admira la forma en que las has convertido en poesía. Es un honor haber servido de puente entre la zarza y la entraña y, como siempre, un placer leerte.
Un abrazo fuerte, amigo.
y fuego y más fuego y más frío y cuerpos temblando y entrañas ardiendo entre las zarzas
y un beso de vida
creo que la entraña es caliente, a pesar del frío; más que la zarza.
Abrazos.
Pues sí,me ha llegado muy dentro...
Es tuyo el poemable, Rafael.
Miedo me das, Ana.
Hola, Manolo.
Estoy de acuerdo.
Abrazo.
Nada, Manuel, con un cafelito se pasa.
soberbio, soberbio final. nada que añadir.
saludos
En verdad, Leonardo, ese final, sus palabras, son de Rafael, yo me limité a ponerlas ahí.
Gracias y un abrazo.
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