En el lienzo tan blanco tú apareces
apenas enfocada,
como un punto perdido en el rectángulo.
Y eres y vas, punto final.
Tan desnuda eres tú, tanto sin nada
en las manos que tienden a ser todo,
que dejaste este charco
con mango de paraguas en la nieve.
Era un simple paraguas color rojo
pero es sangre, tu sangre derramada,
tu mirada encharcada sobre el crimen
no soporta las huellas del anónimo.
Y vas. Y estás. Punto y final.
Artesa de las lágrimas del mundo
que nunca abandonaste, hoy eres hielo,
mi Leilah acogedora.
Yo voy a plantar piedras en el páramo.
.
lunes, 4 de enero de 2010
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2 comentarios:
yo lo de suprimir los comentarios no lo había pensado, si he de serte sincero zuñi, pero cuando hablaste tú, de eliminarlos pues solo valían para elogiarnos los unos a los otros y muchas veces para repetir lo dicho por otros, llevabas razón y me recordaste a batania.
aun así, te voy a decir que este lamento de funámbulo y no de sonámbulo es muy bueno.
Pues lo pensé y lo sigo pensando, Ángel, pero ya te digo, debo sufrir adicción severa así que seguiré. Hay comentarios, por otra parte, que me resultan valiosos.
Veo que has captado la etiqueta "lamento del funámbulo"; la otra es "parda la luz de abril". Es una forma de no dispersarme y, probablemnete, contituirán el núcleo de dos poemarios homónimos, aunque con quién sabe que resultado final. Ves, me gusta explicártelo así.
Salud.
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