Estoy enloquecido,
no estoy en mis cabales,
no puedo con mis huesos,
los ojos se me salen
de sus órbitas,
tengo un ataque
de ansiedad agudo,
voy a dar una vuelta
alrededor de mí,
tendré que relajarme.
Ponme una copa, amor,
quiero tu sangre
después de consumir
tu entero cáliz.
Alguien, sin yo saberlo
(puede que seas tú),
ha hincado su colmillo
en mis arterias.
Estoy vampiro.
Qué tarde se hace tarde.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 10 horas
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