Mi reino está en tu sitio,
en el sitio preciso, pequeñísimo,
que pisas al andar.
En cada huella tuya tengo un reino
que no entiende de guardia ni murallas.
La corona que ciño
es la cinta que envuelve tus cabellos,
mi cetro son tus dedos,
mi estandarte real es tu mirada
mis vasallos están entre tu pecho.
Son mis reinos de taifa
esas huellas que calzas, tan efímeras
que apenas queda tiempo
para instalarme en el salón del trono
y recibir allí tus homenajes.
Rey soy en tus instantes,
en todas tus milésimas de tiempo,
en todos tus segundos.
Esa es la majestad de mi reinado:
en todo lo demás me siento súbdito.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 11 horas
1 comentario:
Me encanta, qué bonito, tan chiquito, tan coqueto, tan inmenso...
Gracias necesitaba un poema así, para esta tarde gris.
Un abrazo
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