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Hace más o menos un año escribí este credo en el blog. Ahí se quedó, no ha sido publicado. El pasado jueves lo leí por vez primera en el recital “Versos para la construcción”, un acto en solidaridad con Chile celebrado en los Diablos Azules. Y hay gente que me lo ha pedido, así que lo vuelvo a colgar (con retoques mínimos).
Creo en todo lo incierto que remueve montañas,
en las incertidumbres de no saber mañanas ni fechas fijas en el calendario, en lo que va a venir sin esperarlo. Creo
en la fuerza imparable de las palabras dichas sin artificio alguno,
en el empuje de la inmensa masa de gente como yo
sin esperanza, con convencimiento (al decir del poeta).
Creo en la muerte como adiós a la vida sin lápidas ni cruces ni sandeces dichas solemnemente y a destiempo. Creo
en la soledad del hombre despojado de todos sus andrajos, renacido en los otros para ser uno y trino.
Creo en todas las cosas que dejamos al borde del camino por si alguien las recoge con templanza y las guarda en su almario.
Creo en ti, anónimo enemigo o indescifrable amigo, en todo lo que puedes hacer para cambiarme, para secar al sol tanta tristeza que no tiene motivo y sí remedio.
Creo
en que nada en el mundo es inmutable ni está escrito el momento en que ha de cambiar todo si así nos lo queremos.
Creo en la comunión de todos los que buscan y no encuentran, en el advenimiento de quienes han de hacernos solidarios sin mesiánicas dotes de profeta, en las palabras sin sentido llenas de sentimiento. Creo
en lo que puedo y en lo que no puedo,
en la resurrección de lo imposible,
en las calles abiertas, alamedas
que volverán a abrirse. Creo
en que se puede amar a mucha gente a la vez sin estar loco ni tampoco cuerdo, en los brazos de todos los abrazos, en la infamia de todas las mentiras, en el cuento sin cuento. Creo en las lágrimas que no afloran de golpe y se acomodan en el rincón inhóspito de tantos corazones, a la espera de salir a la calle y llorar de verdad. Creo
en que no hay nada mío, ni vuestro, y mucho menos suyo, que lo nuestro no debe ser un tropo impronunciable. Creo
en todos los locos. Creo en ti, creo en mí, creo en nosotros. Creo
que ha valido la pena haber vivido aunque haya tantas cosas por hacer todavía, tanta pena en los cuerpos y en las almas, tantas oscuridades que no acierto a alumbrar.
Creo en el hombre.
Hace más o menos un año escribí este credo en el blog. Ahí se quedó, no ha sido publicado. El pasado jueves lo leí por vez primera en el recital “Versos para la construcción”, un acto en solidaridad con Chile celebrado en los Diablos Azules. Y hay gente que me lo ha pedido, así que lo vuelvo a colgar (con retoques mínimos).
Creo en todo lo incierto que remueve montañas,
en las incertidumbres de no saber mañanas ni fechas fijas en el calendario, en lo que va a venir sin esperarlo. Creo
en la fuerza imparable de las palabras dichas sin artificio alguno,
en el empuje de la inmensa masa de gente como yo
sin esperanza, con convencimiento (al decir del poeta).
Creo en la muerte como adiós a la vida sin lápidas ni cruces ni sandeces dichas solemnemente y a destiempo. Creo
en la soledad del hombre despojado de todos sus andrajos, renacido en los otros para ser uno y trino.
Creo en todas las cosas que dejamos al borde del camino por si alguien las recoge con templanza y las guarda en su almario.
Creo en ti, anónimo enemigo o indescifrable amigo, en todo lo que puedes hacer para cambiarme, para secar al sol tanta tristeza que no tiene motivo y sí remedio.
Creo
en que nada en el mundo es inmutable ni está escrito el momento en que ha de cambiar todo si así nos lo queremos.
Creo en la comunión de todos los que buscan y no encuentran, en el advenimiento de quienes han de hacernos solidarios sin mesiánicas dotes de profeta, en las palabras sin sentido llenas de sentimiento. Creo
en lo que puedo y en lo que no puedo,
en la resurrección de lo imposible,
en las calles abiertas, alamedas
que volverán a abrirse. Creo
en que se puede amar a mucha gente a la vez sin estar loco ni tampoco cuerdo, en los brazos de todos los abrazos, en la infamia de todas las mentiras, en el cuento sin cuento. Creo en las lágrimas que no afloran de golpe y se acomodan en el rincón inhóspito de tantos corazones, a la espera de salir a la calle y llorar de verdad. Creo
en que no hay nada mío, ni vuestro, y mucho menos suyo, que lo nuestro no debe ser un tropo impronunciable. Creo
en todos los locos. Creo en ti, creo en mí, creo en nosotros. Creo
que ha valido la pena haber vivido aunque haya tantas cosas por hacer todavía, tanta pena en los cuerpos y en las almas, tantas oscuridades que no acierto a alumbrar.
Creo en el hombre.
36 comentarios:
seguiremos manteniendo la fe por mucho que cueste
un beso
Aunque creo que descreo hay dias que creo.Hoy por ejemplo.
Y a pesar de todo cada día encontramos hombres que nos hacen creer en el hombre.
Abrazos.
Ante todo, agradecerte tu visita a mi playa. Puedes volver cuando quieras...
Con respecto a tu post creo que hay que seguir creyendo en el hombre.
Un besazo.
Amén sr maestro.
Podría firmarlo casi palabra por palabra. Sólo casi.
Mis respetos.
Bravo Jose.
No puedo decir mucho más, toda una declaración de creencias, con las que estoy muy de acuerdo.
Un abrazo
Por lo leído, un verdadero hombre de fe.
pues yo no te he pedido que lo colgarás otra vez...
pero ha sido un placer (o más) leer este poema
abrazos
Es el credo de una persona que merece la pena.
Una suerte que hayas decidido republicarlo.
Y yo, a mi modo, creo en lo mismo, o en algo parecido.
Creer en el hombre me va a rachas, pero mi tendencia siempre es hacia el optimismo, aunque la puta realidad, de golpe y contendentemente nos tire por tierra.
Hay millones de millones de hombres y mujeres en los que creo.
Y creo en ti Jose, y en mi, y nosotros.
Un abrazo ciego,
Kike
"Creo en todo lo incierto que remueve montañas...". Abres la puerta con mucha fuerza. Un saludo.
joder, no pude ir maestro, pero vaya poema epistolar de narices, si señor de narices y eso que no credo...
Vamos a comentar, hombre, qué demonios.
Este poema te lo pude escuchar -me parece- el otro día, aunque mi atención a la poesía, y mi manera de vivirla, sucede muchísimo más en la lectura íntima que en un recital, donde me cuesta bastante atender, como creo que ya te comenté.
No es mi preferido de los tuyos, pero como ya te dije es el conjunto de los poemas, al peso, lo que me gusta, con sus brillos, con sus oscuridades, me pareces muy regular en tu nivel general.
Se ve a leguas que conoces de sobra el oficio. Qué te voy a contar yo. Sólo ponerte esta florecilla aquí, ya que dices que un blog sin comentarios es como un jardín sin flores.
Un abrazo.
P.D.: a ver si armamos alguna por Cuenca. Tiempo al tiempo, que no sólo a destiempo, compañero.
fue un gran momento, jose
un abrazo
Yo creo (1) que eres un hombre y, para decirlo con Machado, bueno.
Un abrazo
(1) y aquí el verbo creer cobra todo su sentido, pues sólo te he leído y no te conozco más que por tus poemas y comentarios. Pero lo creo.
Creo en la verdad de los sentimientos y en los que son capaces de sentir.
Cuesta, Ana. Pero si no, qué nos queda. Eso sí, que no sea la fe del carbonero.
Bss.
Manolo, y mañana también, plis.
Sí, Manolo, aunque también sucede lo contrario: hay que perseverar en esa fe.
Abrazo.
Ahí andamos, Ana.
Bs.
Ay, Ble, que no me diga usté amen que no me lo creo. Prefiero que me digas dónde está el “casi”.
Bss
Gracias, Jorge, me alegra compartir estas cosas, ayuda a sobrellevar tantas barbaridades...
No tanto, no tanto… Hombre de principios, sí.
Hombre, Chema, más que un placer… Es cierto, no me lo pediste. Me las pagarás.
Un abrazo fuerte.
No sé Jorge, procuro servir para algo, a veces también a través de mis textos.
Abrazo.
A tu modo… Debe ser un buen modo, trovador. Y, como sabes, siempre he envidiado tu optimismo sano y vitalista (aunque a veces atisbe otras cosas).
Bueno, yo me refiero al hombre en sí, a ser humano, no voy a creer en todos los hombres ni en todas las mujeres ni de coña. Quiero ser optimista esta vez.
Y, por supuesto, también creo en ti. Sin estar ciego.
Abrazo fidedigno.
Ay, mis herías, es que de lo cierto me fío menos. Así es.
Ni falta que hace creder (menos in unum deum), volti, basta querer.
Salud.
Pues gracias por animarte y poner esa florecilla, Adolfo, y por decir tal cual lo que piensas, y por pensarme tan generosamente.
Te pongo un mail con calma.
Abrazo.
Para mí sí, Santiago, esas cosas pasan a veces, ya sabe.
Leonardo: ser un hombre bueno, o acaso que me conformo con ser buena gente, es para mí mucho más importante que ser un poeta bueno, malo o mediocre. Por eso agradezco mucho tu creencia. Espero que no vaya descaminada, ni hoy ni nunca.
Un abrazo.
Sí, Rufino, poco se puede hacer sin sentimientos, pensar no vale tanto como sentir. Creo.
Crees firme porque convences o será la poesía la que comulga con esos credenciales.
Muy rato paseo por aqui.
con cariño, esencia
Ya lo digo, Esencia: con esperanza, sin convencimiento.
Gracias por tu visita y por tus palabras.
Bs.
"...aunque la soledad deje de ser la que yo quiero/ sobreviva sin besos, sin abrazos/entre estériles palabras que me agotan,/ me obstino en adiestrar mi oficio de esperanzas."
Y creo. Enhorabuena, Jose. Me ha gustado mucho
Gracias, Pedro. Nos vemos pronto.
Abrazo.
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