martes, 9 de marzo de 2010

cansancio

.
vigilas sin descanso más allá de las olas
que revientan con fuerza cerca de alguna costa
que es tuya y no es de nadie:
cómo saber qué piensas a estas horas.

[a qué oscuros terrores invoca la mañana]

Vigilas día y noche tu nicho, a veces alguien
se llega a descubrir qué estás mirando.
Tú lo cobijas como si fuera un ave,

[para que puedan descansar mis manos y el eco de la brisa]

     tienes
la quemadura puesta y qué le vas a hacer.
Vigila, vigilante. No va a venir el barco
y tú lo sabes. Araña el ventanuco
mientras llega la máquina que esperas, tan feroz.

***
(Cuando el frío se fue con las mayúsculas desesperaba ya de volver a encontrarte, meretriz, con el invierno todo vuelve a ser nuestro como antes, todo minúsculo, nos tumbamos descalzos en el parque y allí comimos y eyaculamos mierda; era otra España).

2 comentarios:

Inés dijo...

José, por fin vengo, perdoname este tiempo sin veni por favor.

'para que puedan descansar mis manos y el eco de la brisa'
qué bonito! José

inquietante este poema y todo lo que en él transmites.

A ver si nos vemos que ya no puede ser tanto descontrol por mi parte!

Muchos besos para ti José,

Jose Zúñiga dijo...

Inés, tú siempre eres querida y bienvenida. Y no hay nada que perdonar, faltaría más, aunque confieso que hubo un tiempo que esperaba tu comentario diario con ilusión.

Hoy pondré fin a los comentarios, cosas...

Bs.