martes, 17 de febrero de 2009

no estoy para nadie

No suelo usar asertos del tipo sobre gustos
no hay nada escrito, o más se perdió en Cuba,
o hay gente para todo, como reza otro de ellos.
Casi siempre confunden, cuando no son sin más
una falacia. Por ejemplo,

que hay gente para todo es un dicho extendido,
pero según se mire es cierto sólo a medias.
También existe gente para nada
que no figura en dichos. Hablando estrictamente,
la gente para todo está siempre dispuesta,
pero yo me barrunto que no es tal la cuestión:
hay gente para todo que a veces te echa un cable
y otras, sin más ni más, la soga al cuello.
La gente para todo habla y habla y no para
de malgastar palabras como humo,
de ésas que nunca sangran.
Este tipo de gente tiene un punto arrogante,
un como aquí estoy yo que resulta cansino
y frustra mucho. Yo no sé si es feliz.

Me gusta más
la gente para nada, de la que (ya lo dije)
no se habla con frecuencia y, sin embargo,
está en el sitio justo y en el momento exacto
casi siempre. Esta noche pasada,
que fue una de esas noches
de pena emborrachada con sabor a formol,
encontré (casi lo tropecé, pues no buscaba)
un vecino de copa que a media voz decía,
salmodiaba,
farfullaba,
babeaba,
repetía:
“no sirvo para nada”. Y miraba un sombrero
que estaba en el extremo de la barra
como si no tuviera mejor cosa que hacer.

Ganas me dieron de irme de aquel antro,
pero uno tiene prontos naturalmente amables
y, venciendo mi innata repugnancia
a esas conversaciones de lengua trabucada
con quien no tengo el gusto (ni tan siquiera
como amigo en facebook, que ya es difícil),
le pregunté angustiado a qué se dedicaba.
“Hago canciones –dijo– y me emborracho”.
“Eso no es poco”, dije por decir yo.
Aquel personajillo me recitó unos versos,
y me contó su vida en carne viva y cierta
y escuchó atentamente mis cuitas rezumadas
en tanta mala leche que ni sé
y me invitó a una ronda que duró todo el día.
Desde ayer por la noche, es mi mejor amigo.

Y ya lo tengo claro: la gente para nada
está cuando hace falta, y está mucho.
La gente para todo, esa que tanto abunda,
no sirve sin embargo para nada,
siempre tan enredada en quererse a sí misma.
¿O tal vez no? ¿Y si estoy confundiendo
el todo con el todos y el nada con el alguien?
Corro hacia el diccionario, tendré que reescribir
de nuevo este poema. O no. Baladronadas.
Hoy no estoy para nadie, me falta todo el mundo.

2 comentarios:

Blu dijo...

No sirvo para:
Recoger miel.
Limpiar trasteros.
Ganar partidos.
No perder recuerdos.
Coger un vaso del último estante.
Guardar los juguetes.
Recordar eso que te iba a decir.
Escribirte una canción
y menos para cantártela.
Ser constante.
Madrugar por supuesto.
Ni acostarme pronto y sola.
(aunque lo haga)

....continuará

Rafael Arenas García dijo...

"Hoy no estoy para nadie, me falta todo el mundo"
Pocas veces he visto tan claro el tópico de que el último verso es la clave del poema.