Cuidado, que no es tiempo todavía,
hoy ni mañana, nunca, de sentirse
inocente. La noche, cada día,
vulnera la añoranza al desvestirse.
Imagen nuestra reflejada, fría.
Cuánto fugaz, qué infame asimetría
hubo de interferirse en el entorno:
implacable destino -me decía.
Valiente -yo le dije- tontería.
Indicios hubo. Tardará el retorno.
Pero la ausencia trae melancolía
y habrá que reinventarse un inocente.
¡Ay perdida inocencia, tuya y mía!
¡Ay cristales azules en el alma!
¡Ay, la poesía!
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 1 día
1 comentario:
Es lo que hay...
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