lunes, 23 de febrero de 2009

res severa verum gaudium

No sé de qué me alegro ni por qué
me viene una sonrisa cuando escucho
que fulano dimite. Son fulanos
(con todo mi respeto a las fulanas)
y lo seguirán siendo hasta que mueran.

Como milanos, mas sin majestad,
son aves de rapiña. Qué pena de pateras
malgastadas en tanta buena gente,
con el papel que harían como repositorio
de toda esta basura dimitente.

La vida es un estado de alerta permanente.
No sé bien por qué se habla tanto de crisis
precisamente ahora, como si no estuviéramos,
clínicamente hablando, siempre en estado crítico.
(Dije estado: ¿Tendría que haber dicho
Estado con mayúsculas? No sé.)

Franda casta lamare, tilmatura,
Casturas in remedio. Qué atunvera
la que nos ha tocado a esta generación
desventurada. Por ventura nos echarán la culpa
de casi todo, mejor que sea así, no vayan a pagar
justos por pescadores. Que la pesca se acaba,
aunque parece ser que sigue habiendo caza
y cacerías. Sangre, siempre sangre,
memoria, desmemoria, estupideces.
Pero sangre, eso que nunca falte.

Esto lo escribo un día veintitrés de febrero
del año del Señor de dos mil nueve
pensando en cosas raras, anacrónicas,
como se sienten coño, tricornios y bigotes .
Y lo hubiera podido escribir cualquier día,
esto es como la crisis que nos cuentan,
que no tiene remedio y no sé bien por qué
nos cuentan tanto cuento.

Un once de septiembre, por ejemplo.
No por nada, es que yo fui a nacer
un once de septiembre, y ese día
cuántas cosas murieron, cuánta gente mataron.
Allende, Casanova, y las tremendas
torres gemelas con sus más de dos mil.
Estado crítico, clínicamente hablando,
encefalogramático espectáculo.
Un epigrama, es lo que quiero hacer.
Pero hoy no tengo el día y me salen soflamas.
A ver, vamos a ver:

los bancos, que demonios pasa con eso ahora.
¿Es que nunca han robado? Los banqueros
me dan mucho respeto porque lo hacen muy bien.
Lo de robar. Los bancos siempre roban
y los legisladores, ladronzuelos
los más de guante blanco,
se afanan con ahínco en resolver sus crisis
que ahora llaman sistémicas. Qué cara
se me queda cuando dan las noticias.
Si es por robar, los bancos siempre roban.

Los polis siempre pegan y pocas veces pagan.
Los jueces no se juzgan y juzgan por costumbre.
Los curas se confiesan, pero no sus pecados.
La gente bien, que es poca aunque aparezca
mucho, sigue tan rimbombante
de mansión en mansión, de cazo en cazo.
Botín usa botines cuando no los amasa
y nadie se amotina. Es un asunto serio.

Estoy hablando en serio. Me imagino un tornado
furioso que arrase con la historia.
Pero eso es imposible. Prefiero, de otra parte,
no olvidarme de nada,
quisiera ser archivo de todas las infamias.

Me las van a pagar.
Y esto sí que sería mi auténtico placer,
que paguen ellos.
Hoy suplico al lector que me ofrezca sus manos
aunque es lo más probable que las sajen de un tajo;
que me ceda sus puños para decir verdades
como puños; que con sus gritos callen
mis palabras, para que cada verso
se transmute en una puñalada a las mentiras.

Esto no es un panfleto. Hoy me siento hedonista.
El placer verdadero es un asunto serio,
ya lo vemos. Séneca
supo bien lo que hacía.

1 comentario:

María Socorro Luis dijo...

Magnífico.
Asumo y me sumo a todo lo que dicesen tu, dddigamos "crónica realista de una época"

Nos toman sencillamente el pelo...Y todos, tan contentos.

Saludos poéticos y solidarios. Y una puñalada a las mentiras.
Soco