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Me emperejilé temprano
con los cajones gitanos
de los maniseros vírgenes.
Canté como nunca canto
sobre las rocas musgosas
hartas ya de tanto llanto.
Me ha dado la risa tonta.
No hay historia.
Por mucho que me apresure
las candilejas del miedo
me atenazan
entre tanto cantinero.
Sufre el mundo y yo con él.
Mucha leche, mucha y agria
mala leche y poca miel.
Las abejas al panal
y las moscas cojoneras
rondándome la cabeza.
Estoy hasta las pelotas.
Que les den.
A todos, que les den mucho:
a los de aquí, ya se sabe
por dónde les hay que dar.
A los de allí, no por: qué.
Todo,
menos un telediario.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 2 días
16 comentarios:
Poema que arranca desde tu propia música para volar por su cuenta... es mejor reirse que gastar lágimas ante "tanta mala leche y tan poca miel", toda la razón. Me gusta la ácida ironía del poema. Besos.
plas plas plas plas, son aplausos zuñi. abrazo.
tanto me gusta que no me atrevo a decir nada (y es ya el tercer día). Gracias.
Esta mala leche es la que a mí me gusta. La gente sin reprise no suele tener gracia. Y este poema tiene reprise y tiene gracia, sin duda.
Por cierto, voy a estar una temporada a mi bola, metido en mi fábrica de poemas echando chispas, allá en mi país lejanísimo, pero miraré a diario el correo electrónico.
Me río contigo, genial siempre!
Sabes que te digo, que si nos reímos estamos sanos, y si nos reímos de nosotros mismos es que no estamos locos estamos de parranda...
Besos.
"Andeme yo caliente
y rîase la gente"
decîa (o citaba ya?) el viejo Gôngora que debîa de ser experto en mala leche, y del que, con este tono, nunca estâs tan lejos!
Un abrazo
Hace ya largo tiempo que me harté de los telediarios.
No se si sera bueno que les den, igual les gusta y se creen que es un premio.
Así es, María: estos versos se me pusieron a brincar solos, me dejé llevar por ellos. Luego, el limón y la ironía para aderezarlos acabaron por hacerme reir. Pero ya ves: una risa tonta.
Caballero voltios, no se me despelleje las manos.
Gracias, amigo.
Algún día tendrás que animarte, le de los largos pies y corta lengua.
Reprise seguro, Adolfo: me lancé a tumba abierta.
Y yo me alegro contigo, Virgi. Pero no tontamente, es sana esta alegría.
La risa es contagiosa siemprte, Bego. Pero la tuya, más.
Achuchón.
Góngora y Quevedo, esos dos irreconciliables, Leonardo, son absolutamente modernos. Yo bebo mucho en sus fuentes. Aunque no pretendo acercame a su olimpo.
Abrazo
Sabio comentario, Jorge. Sí, puede que les guste, jeje.
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