sábado, 27 de marzo de 2010

Sobre sonetos y romances: Navarra nos educa el oído

.
Navarra nos educa el oído
RAMÓN IRIGOYEN


"En la tarde del pasado lunes, organizada por el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Madrid, se inauguró, en el museo de la Ciudad (Príncipe de Vergara, 140), la primera edición de Navarra. Muestra de Literatura 2010. Sabiamente, en el lema se ocultaba que eran unas jornadas dedicadas fundamentalmente a la poesía porque ya se sabe que este género literario el pueblo llano, el pueblo en cuesta y el pueblo que nos parió y bautizó lo consideran lo que, con lenguaje ofensivo para homosexuales y resto de la sociedad, se llama una mariconada. Pero ¿es la poesía una estupidez sensiblera que pone en fuga al público? ¿Como los poetas, no tienen hasta los gángsteres, al menos, a ratos buenos sentimientos? Una parte importante de la poesía expresa los sentimientos de amor, odio, alegría y tristeza que experimentamos todos los seres humanos. Existe también la llamada poesía pura, que, en los años veinte del siglo pasado, se escribió, sobre todo -además de como loable experimentación literaria- como un extraordinario intento de lograr dormir a las ovejas con un somnífero inocuo. Y, en este terreno, el éxito de la poesía pura fue total en Occidente.

(…)

¿Cómo se logra llevar a 200 personas a escuchar poesía? La respuesta es muy sencilla: siendo un buen organizador de actos culturales. Es cuestión de elegir bien los participantes -en este caso, un conferenciante, Tomás Yerro, y un buen equipo de poetas- y de enviar el número adecuado de invitaciones a las personas interesadas en este tipo de actos. Es doctrina de Perogrullo. Pero no todos los organizadores de actos culturales la tienen asimilada.

El profesor y escritor navarro Tomás Yerro -nacido en Lerín, la patria chica también de Amado Alonso, uno de los grandes lingüistas y críticos literarios del siglo XX- hizo una prodigiosa síntesis de la historia de la literatura navarra. El poeta y novelista Jesús Mauleón demostró que sus sonetos del libro La luna del emigrante, escritos hace más de 40 años, siguen tan vivos como cuando los Beatles eran muy jóvenes. Jesús Mauleón debutó como escritor haciendo lo que tendría que hacer todo poeta y, por supuesto, también todo prosista: escribiendo sonetos que también podrían ser sustituidos por romances.

El rigor del romance y del soneto, de entrada, educa el oído del escritor y le enseña a sintetizar los contenidos del discurso. ¿Por qué hay tantos cientos de prosistas -incluidos algunos novelistas premiados con el Cervantes- que han escrito novelas, ensayos y artículos periodísticos cuyo ritmo es tan mejorable? Por una sola razón: porque no educaron su oído escribiendo versos. Hasta el siglo XIX, los escritores comenzaban su carrera escribiendo versos. ¿Les enseñan a escribir versos a los estudiantes de periodismo para que eduquen su oído?

El lunes, presentaron el número 25 de la magnífica revista Luces y sombras, J. Jiménez Reinaldo, H. Larretxea, H. Alústiza, T. Gutiérrez de Caviedes y Y. Sainz.

El martes, Javier Asiáin, Marina Aoiz Monreal y Jesús Munárriz engancharon al público con sus excelentes poemas. Hasta las ranas lo bailan. La educación del oído a través del verso hace que el ritmo del discurso -ya sea en verso o en prosa- fluya feliz o, para desdicha del lector, se encasquille".

El País, RAMÓN IRIGOYEN 26/03/2010

5 comentarios:

Rafael Arenas García dijo...

Me alegra que hayas traído aquí este artículo. Me parece excelente, y además abunda en algunas de las ideas que por tu blog han salido. A mi me parece que la versificación es un muy buen ejercicio, se tenga talento como poema o se carezca absolutamente de él. Como estamos en confianza te confesaré que si comencé a escribir ficción, versos, estas cosas, fue, al menos en parte, como ejercicio. Ya sabes que en mi profesión tengo que escribir estudios jurídicos y hace años me dijeron, con razón, que tenía poco estilo. Aquello me picó; y tengo la sensación de que, desde que me ejercito en los blogs he mejorado mi expresión también en mis escritos de Derecho.
Y además -casualidad- hoy estaba barruntando probar con el romance, pero, se me venía a la cabeza intentarlo con versos de siete sílabas en vez de ocho; el de ocho me suena demasiado natural. No sé, no sé.
Bueno, ya hemos charlado un rato. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hay albedrío a la hora de escribir versos. Y en momentos las normas métricas desaparecen.
A mí me gusta el albedrío, las normas y las no normas -especialmente en orden 1,3 y 2-. Será entonces que me gusta la poesía.
Quienes gozan de la poesía son fundamentalmente quienes la escriben.
No creo que se piense que es una mariconada, sencillamente no hay educación poética.

Un abrazo.

Adolfo González dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Adolfo González dijo...

Pues digo que la poesía siempre va estar ahí, sin tener que ser como la llamada fiesta nacional o como el deporte rey. Dejémonos de poesía pura, ya que la pureza de la poesía, para ser pura, debe estar llena de impurezas. A veces parece que hay más poetas que poesía, pero sólo es una apariencia, porque no es así: el aire tiene infinidad de palabras escondidas que no vemos así como así.

A mí lo que me gusta es que hoy en día, pese a todos los avances tecnológicos que hay, mucha gente tiene inquietudes espirituales, necesidad de expresarse y de encontrarse consigo misma, más que antes posiblemente, cuando la gente hablaba más en persona y no se vivía tan rodeado de mensajes. Tenemos el ejemplo en la red: hay blogs de poesía a patadas. Y lo positivo de ello es que, aunque muchos usuarios escriban poemas horrorosos, puede la gente potenciarse, realizarse, liberarse de alguna manera con la inteligencia especial que da la lectura de buena poesía, salvo que sólo lean otros poemas horrorosos como los que escriben, claro está.

Por otro lado, estoy seguro-después de haber dudado, sin verlo como utopía, sino como alternativa-que si los niños de todos los días de todos los clases de todos los cursos de todos los colegios empezasen la jornada leyendo un poema habría un mejoramiento humano enorme.

Un abrazo.

Adolfo González dijo...

Bueno, claro, luego está lo de la educación del oído que se comenta en el artículo. Para un poeta creo que es importantísimo leer en voz alta poemas escritos por autores en su propia lengua, porque cualquiera que sólo lea, por ejemplo, a Bukowsky y a otros por el estilo, mal traducidos además muchas veces, nunca llenará su cerebro de ritmos diversos ni alcanzará así a lograr su verdadero ritmo cuando intente escribir en verso libre o en prosa. Yo he sido un desorden total con las lecturas, siempre leyendo según se me va antojando una cosa u otra, pero empezar por los antiguos es básico, lugar por donde ahora no empiezan tantos. Y volver a ellos también es importante y, sobre todo, un placer. Yo estoy leyendo ahora a Quevedo después de no sé cuántas veces y lo disfruto a muerte.