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Acógeme. Ahora que escucho el toque de campanas
a muerto, que ha llegado el invierno, que penetran
todos los hielos en el medular centro de mis huesos,
acógeme.
Acógeme,
dame todo el amor que puedes darme,
no luego, no más tarde, precisamente ahora.
Acógeme, devuélveme la fe,
todos los días míos que perdí en la gatera.
Acógeme.
Como si fuera niño en tu regazo acógeme,
espero ya impaciente que me arropen tus brazos maternales,
que me envuelva tu seno primigenio
en el lecho telúrico del primer mandamiento.
Acógeme, recibe al peregrino
en el umbral del todo y de la nada,
acógeme, ya es tarde, se ha hecho tarde,
en los remates de las espadañas
no anidan ya cigüeñas. Han partido
dejando aquí sus crías a merced de mis garras.
Acógeme en silencio, no hagas ruido,
vente a mí de puntillas, no me avises
ni me asustes tampoco. Acógeme un domingo
por la tarde, cuando empiecen las luces
a alumbrar las farolas y se escuchen mis pasos
vertiendo su cansancio por las calles desiertas.
Tengo ganas de ti. Acógeme, no dejes
que me vaya sin verte.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 2 días
20 comentarios:
Jose, debe ser difícil no acogerte esta tarde, imposible. Si esto fuese un poema, sería sublime, pero es mucho más: es todo lo que se de tí y no he leído.
Un abrazo, un hombro, mis brazos, mis dos manos...agarra fuerte lo que necesites.
muy lindo lo que escribes, te he visto en voltios. Te anoto en mi blog para mis lectores.
En silencio me derrito con esta plegaria. Me encanta leerte.
Te abrazo esta la noche.
A pesar de que ya no nos quedan muchas camas libres..., en esta eterna noche en vela, entre algodones... (empapados en alcohol, agua oxigenada o betadine, según proceda), quedas acogido.
Un saludo.
para mi los dos últimos versos
y un beso
Una cascada de bonitas palabras y deseos.
Quién puede negarse?...
Te acojo en mi abrazo. Soco
Quién puede negarse, a ver
pepe, que bueno, acogerte, hace tiempo que lo hice.
cómo no voy a hacerlo amigo.
No es justo pedir que nos acojan.
Veo diversas lecturas de este poema, y por una vez voy a aclarar algo con carácter general: yo no escribí un poema de amor ni de desamor. O sí, pero no respecto a nadie. Me estoy refiriendo a la blanca dama, la muerte, a ella le pido que me acoja. Ahora lo puedo decir, ayer me salió así, no era mi día. Y me quedó un poema de amor a la muerte. Pero añado: Yo amo la vida.
Quique, sabes bastante más de mí de lo que crees, eres un tío listo. Gracias por ese abrazo, ayer me reconfortó.
Gracias, Yolanda: por visitarme, por leerme y por difundirme.
Bs.
Hay noches (o tardes) en que los abrazos se agradecen más, lo acabo de decir.
A gritos te abrazo, Bego.
Nos apretaremos en esas pocas camas. Mejor con alcohol. Generoso ofrecicimiento, que acepto por si acaso... Gracias.
Tuyos son, Ana, aunque no sea a ti a quien (por esta vez) estoy llamando.
Bs.
Tal vez después de mi entradilla genérica no te parezcan tan bellos los deseos. Gracias por esa mano tendida.
Musu
Tú sabrás, Pepe. Un abrazo. Y recuerda...
Lo sé, voltios, y lo valoro mucho. Ya sabes, el sentimiento es mutuo.
Bueno, palabra en ciernes, tengo mi orgullo pero no soy orgulloso: si necesito, no me duelen prendas en pedir. Ni en agradecer. Y cuando pide quien me necesita, aquí estoy. No sé si será justo o no, pero así pienso. Estamos para acogernos. Aunque, bueno, los versos no iban por ahí.
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