Estaba en el trance de escribir los versos del día cuando, a mitad de camino, caigo en la cuenta de que lo que estaba escribiendo ya estaba escrito, más o menos parecido. Así que rompo los versos y me repito esta entrada, porque es lo que hoy quería escribir. Lo escribí en marzo con el título de "sobran los fotones".
Ciertas noches no sirven los fotones
ni como tema de conversación.
Ciertas noches (sin ir más lejos, hoy)
sólo sirven las buenas compañías,
la simple voz que cuenta cómo le va la vida
y te pregunta o no, pero te escucha;
sirven las caminatas por callejuelas húmedas,
la esquina que ilumina una farola rota,
el cigarrillo de las confidencias,
los burdeles vacíos de un sábado en la noche.
Ciertas noches no sirven los fotones,
con un hasta mañana va de sobra.
Ciertas noches dan pena. Pero la noche avanza
y te sientes a gusto entre nuevos abrazos,
entre gente que vive, que respira contigo
sin tú saberlo apenas. Y entonces te das cuenta
de la futilidad de los fotones.
Puedo hablar de fotones con cierta autoridad,
pero prefiero hablar del pan con queso
que es mucho más amable. Quede claro
que me gusta la gente propensa a la ternura,
sencilla, transparente: nunca doble.
Normalmente, en este juego de vivir la vida,
me juego el corazón a todo o nada
y pierdo siempre, menos cuando gano.
Hoy me tocó ganar. Otros perdieron.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 2 días
5 comentarios:
Me gusta sobre todo la última estrofa, y sobre las amistades peligrosas, mejor salir corriendo
un beso
"La simple voz que cuenta cómo le va la vida", que me gustas a rabiar... Y qué decir de los enemigos; que son interesantes aves rapaces...
Te achucho.
jijiji! peligrosillo!
;)
supongo que es reflejo de lo que sentiste anoche, espero que fuera todo bien
un abrazo
Ya lo sé.
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