Dimití de poeta
al comienzo de alguna primavera
hace ya tantos años… Era joven.
Ahora me he dado cuenta
de que nunca lo fui
(quiero decir, poeta). Petulancia
de tal envergadura
no se sostiene ya: soy lo que soy,
un tipo que se escucha y aun pretende
que le escuchen los otros. Algo extraño
en los tiempos que corren, que, por cierto,
no son tan malos tiempos para nada.
La poesía es un arma cargada de ignorancia
y de mucho amor propio.
Ejercer de poeta es cosa fácil,
lo difícil es serlo. Por si acaso,
hoy vuelvo a dimitir.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 22 horas
4 comentarios:
me encanta!
Seamoslo, Nares! Podemos...
No dimitas, que lo haces bastante bien.
Y además, te divciertes...
A qué sí.
A veces, Soco, otras menos. Cosas de la disciplina.
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