(Escribo en La Boite)
De tus tacones caes con el estruendo
propio de las tormentas de tu falda,
nada más parecido a una escapada
hacia ninguna parte, qué salvaje
la noche en que te dije buenas noches
propio de las tormentas de tu falda,
nada más parecido a una escapada
hacia ninguna parte, qué salvaje
la noche en que te dije buenas noches
y adios.
Nunca fue para siempre:
Nunca fue para siempre:
desde el principio supe que tu falda
se abría en ese punto indescifrable
que siempre está de más, y tus tacones
eran un precipicio hacia el escándalo.
Nos lo pasamos bien,
todo lo bien que puede atravesarse
un agujero negro como tú.
Ya sabes lo que pienso: vete lejos,
donde no pueda verte ni pensarte,
donde no haya bordillos ni fracturas
ni cuentas abultadas pendientes de arreglar.
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