miércoles, 11 de marzo de 2009

credo in unum hominem

Creo
en todo lo incierto que remueve montañas, en las incertidumbres de no saber mañanas ni fechas fijas en el calendario, en lo que va a venir sin esperarlo. Creo

en la fuerza imparable de las palabras dichas sin artificio alguno, en el empuje de la inmensa masa de gente como yo sin esperanza, con convencimiento (Ángel González vive). Creo

en la muerte como adiós a la vida sin lápidas ni cruces ni sandeces dichas solemnemente y a destiempo. Creo

en la soledad del hombre despojado de todos sus andrajos, renacido en los otros para ser uno y trino. Creo

en todas las cosas que dejamos al borde del camino por si alguien las recoge con templanza y las guarda en su almario. Creo

en ti, anónimo enemigo o indescifrable amigo, en todo lo que puedes hacer para cambiarme, para secar al sol tanta tristeza que no tiene motivo y sí remedio. Creo

en que nada en el mundo es inmutable ni está escrito el momento en que ha de cambiar todo si así nos lo queremos. Creo

en la comunión de todos los que buscan y no encuentran, en el advenimiento de quienes han de hacernos solidarios sin mesiánicas dotes de profeta, en las palabras sin sentido llenas de sentimiento. Creo

en lo que puedo y en lo que no puedo, en la resurrección de lo imposible, en las calles abiertas, alamedas que volverán a abrirse. Creo

en que se puede amar a mucha gente a la vez sin estar loco ni tampoco cuerdo, en los brazos de todos los abrazos, en la infamia de todas las mentiras, en el cuento sin cuento. Creo

en las lágrimas que no afloran de golpe y se acomodan en el parque inhóspito de tantos corazones, a la espera de salir a la calle y llorar de verdad. Creo

en que no hay nada mío ni vuestro, y mucho menos suyo, que lo nuestro no debe ser un tropo impronunciable. Creo

en todos los locos. Creo en ti, creo en mí, creo en nosotros. Creo

que ha valido la pena haber vivido aunque haya tantas cosas por hacer todavía, tanta pena en los cuerpos y en las almas, tantas oscuridades que no acierto a alumbrar.

4 comentarios:

Rafael Arenas García dijo...

Si me atreviera a elogiar a un poeta mencionando a otro (lo que siempre es arriesgado) diría: ¡Walt Whitman vive!

Anónimo dijo...

Hay palabras que han existido siempre, temerosas del diccionario, ocultas. Tan solo un amigo puede guiarlas en su camino a la luz.

Zuñi, en este hay canto al hombre y a la vida hay una, preciosa, que tengo tentaciones de guardar en mi almario.

María Socorro Luis dijo...

Creo en todo lo que crees.
Y creo que lo sabes decir muy bien.
Soco

Jose Zúñiga dijo...

Me abrumas, Rafael. Lo peor es que yo puedo hablar algo de latines, pero de inglés , poco; y Whitman, el grande, pierde mucho traducido.

Mar i yo: algún día espero que me digas esa palabra, aunque sea al oido.

Soco: lo que sale del fondo de las vísceras, se diga como se diga, bien se dice. Hoy, que era día de muertes, canté a la vida. Y me sentí tranquilo.

Gracias por vuestra compàñía. amigos.