lunes, 23 de noviembre de 2009

uno de ellos

.
Me gustó la pistola
aunque aquel año
había pedido
una pelota.

Para el año siguiente
pedí bolos
y me trajeron
balas.

Procurando acertar
(ya iba creciendo),
en reyes sucesivos
pedí coches,
garajes,
algún libro.
Nunca acertaba.

Y así fue año tras año
hasta que, ya mayor,
pedí una diana humana:
di de pleno.

Entonces

olvidé mi inocencia
para seguir viviendo
sin oprobios.

Ahora soy uno de ellos.

14 comentarios:

ZenyZero dijo...

Por pedir que no quede. Quien siempre obtiene lo que pide no creo que sea muy feliz.

Desear es imprescindible para guardar cierta madurez.

Un abrazo.
Chuff!!

sus(ana) dijo...

pues a mi me gustaba una muñeca de trapo con el pelo azul y nunca me la trajeron, ya se sabe lo que pasa con la realidad

beso

Ángel Muñoz dijo...

joder, he conseguido pillar el mensaje del texto, y amén de recuerdos en la infancia, eres duro maestro zu, duro y contundente, aun así, que carajo, me gusta.

Ángel Muñoz dijo...

joder, he conseguido pillar el mensaje del texto, y amén de recuerdos en la infancia, eres duro maestro zu, duro y contundente, aun así, que carajo, me gusta.

Jose Zúñiga dijo...

Lo peor es que la decepción pueda convertirse en costumbre, Zen.
Un abrazo chuff!

Jose Zúñiga dijo...

La dura realidad, la realidad de los sueños, Ana.

Jose Zúñiga dijo...

Esa es la idea, voltios, ser elíptico escribiendo obvio.
No es duro, creo: pasa mucho, eso sí.

Le Fay ʚïɞ dijo...

volvamos a la inocencia es lo único real q nos deja la vida...
un beso

Pep dijo...

Venga, que tú solo pedias libros.

Anónimo dijo...

Gilipollas

Jose Zúñiga dijo...

Yo creo queya estarde, Silvia. Almenos para mí, incluso aunque me tenga por infantil.
Bs.

Jose Zúñiga dijo...

De Salgari, Pepe, y alguno lo debes tener tú.

Anónimo dijo...

Vamos a ver, hilando tópicos y trópicos: por pedir que no quede (como dice ZenyZero ¿redundante?), no te quedes con las ganas, ganar no es importante, lo importante es... (¡no me jodas, Carrascal!); de ilusión también se bebe y el que resiste gana; ¿quién habla de victorias?, sobreponerse es todo (esto lo dijo RMR); los reyes son los padres... incluso cuando llueve; de aquellos lodos, éstos; y estos son mis poderes; la infancia es la coartada más difícil de creer: al fin y al cabo, a nadie le importa de verdad quién cometió el crimen. Y si te traen carbón, que sea macho.

Jose Zúñiga dijo...

Creo que hoy más que de tópicos o trópicos va de tropos (DRAE: Empleo de las palabras en sentido distinto del que propiamente les corresponde, pero que tiene con este alguna conexión, correspondencia o semejanza. El tropo comprende la sinécdoque, la metonimia y la metáfora en todas sus variedades):

"La valentía se mueve, pues, en el campo de la inteligencia creadora, que aspira a superar nuestra naturaleza animal, a bailar sobre nuestros propios hombros, como decía Nietzsche. Lo nuestro no es “sobre-vivir” sino “super-vivir”. Esto no quiere decir por encima de nuestras posibilidades, lo que sería quimérico, sino por encima de nuestras realidades. Lo nuestro es aspirar a un proyecto de vida que, antes de existir en la realidad, sólo existe en nuestra mente. Ningún hombre –en estado natural- puede saltar más de dos metros de altura, ni volar, ni trepar la cima del Everest (…).

No estoy hablando de un orgullo estúpido, porque nuestras limitaciones son bastante evidentes. El frágil Rilke lo dijo: “¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo”. ‘Uberstehn ist alles’. ¡Qué palabra tan misteriosa! ‘Sobreponerse’. Ponernos, como podamos, por encima de nosotros mismos. No se trata de ‘aguantar’ al enemigo, sino de ‘aguantarnos’. ¿De qué estamos hablando cuando decimos: Es que no me soporto? ¿Quién es el yo soportante y el yo soportado?"


JOSÉ ANTONIO MARINA,
‘ANATOMÍA DEL MIEDO’, 2006