Aunque tengo una historia
bastante larga que contar,
seré breve esta vez:
soy Virgo y funcionario;
me casé; tengo hijos,
nietos, sobrinos (padres,
tuve); veo pasar
los días y las noches
como quien oye lluvia,
y en este sanatorio
donde me han encerrado
dan muy bien de comer.
En resumidas cuentas,
esta es toda mi vida.
En curso. El final del diario, de Sarah Manguso
Hace 15 horas
8 comentarios:
Bien por la síntesis, te quedas con ganas de saber más; que me imagino que era el objetivo. Veo al sujeto poético en ese sanatorio, tecleando, dando forma a un mundo. Y, claro, un día la habitación está vacía -quizá completamente vacía- y los médicos y enfermeros se preguntan ¿dónde está? y uno ve un pendrive en el centro de la habitación, lo conectan a un ordenador y...
Ja, ja, me he dejado llevar. Si es que no puedo poner a comentar, que me enrollo mucho; pero que sepas que siempre te leo. Si algún día dejaras esta maravillosa costumbre de regalar un poema diario, a muchos tendrían que tratarnos de síndrome de abstinencia.
Saludos.
¿recuerdas la canción "hospital" de alaska y dinarama que versionó urquijo con los problemas? me has traído a la mente la imagen de enrique cantándola el día que le conocí en el sanatorio
un abrazo
Mientras se coma bien y se escuche la lluvía...
;))
besos
Me encanta ese síndrome, Rafael. Y ese rollo. Tus comentarios siempre me enriquecen.
Seguré con este afán diario mientras pueda, algo quedará entre la morralla.
Un abrazo.
Pues ya te contaría de sanatarorios y Enrique, amigo Santi...
Di que sí, Gata, panza llena y dolce far niente, qué más puede pedirse.
bs.
yo no te leo con lluvia poeta,
un beso arco iris
Inés: me voy a hacer adicto a tus apostillas. Un beso.
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