I
Se agazapó,
no supo contestarle.
Sólo acertó a decir:
—Soy carne de cañón.
Y reventó.
La noche va cargada
de pólvora mojada.
II
Los cañones resuenan
al fragor del combate.
Cuando enmudecen,
se ha perdido la guerra.
III
No hay guerra sin combate,
salvo los que se libran cada día.
Juro
que jamás volveré a pasar hambre.
IV
Tengo hambruna de amor.
También pudiera
padecer de malaria,
pero no: sólo tengo
hambre de ti contigo.
V
Contigo y en silencio.
Nada pudo decirte
aquel hombre harapiento.
Tuvo un largo camino por delante
antes de la masacre. Los periódicos
dieron cuenta del hecho. El parlamento
guardó cinco minutos de silencio.
Y la guerra siguió.
Y siguió la malaria y la escarlata.
Y seguimos tú y yo, todos. Mañana
será otro día: hoy.
VI
Hoy vagamos los dos
entre esa niebla espesa
de puntillas, al borde
del abismo más blanco.
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 10 horas
3 comentarios:
quizá en el abismo haya algo bueno
Seguro que sí, es blanco.
De Fournier desde el Ajenjo.
Formidables poemas, son directos.
Tengo ganas de verte ejercer tareas de "cantautor". Tiene que ser muy interesante.
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