Paráfrasis de un post neorrabioso
Yo a la Bárbara que ríe me la creo sólo a medias.
La he visto en otros locales con su sonrisa acordeona,
apoyándose primero en un codo y luego en otro,
jugar con sus deleitosos dientes de leche;
y la he visto
subir luego a los atriles, tomar el micro dramática-
mente ausente de seriedad
y, de pronto (yo no sé cómo explicarlo),
la he visto inmensa, solemne, sacando desde muy adentro
(no de las cuerdas vocales sino de a saber qué sótanos)
una voz perturbadora, dolorosa,
una voz a medias firme y a medias tambaleante,
despaciosa, atropellada, impropia del cuerpecillo
de ese gorrión con sombrero.
Y la he escuchado poemas de identidades sin vértebra,
versos encofrados hechos de escombros y barricadas,
pájaros ardiendo, pastos de cuerpos vacíos, donde
la mujer que sabe reniega de la que siente,
poemas
donde el otro deseado se transforma en unicornio.
Y la he visto bajar luego del atril ovacionada,
y la he vuelto a ver de nuevo sonriente cual una peonza
o sacapuntas,
alegrando y alegrándose, y me he dicho,
me he dicho otra vez: qué miedo, qué miedo me da esta chica,
qué miedo dan los poetas que se van quitando capas
una a una, los que enseñan sus almenas putrefactas,
los que nos detallan todas las fases de su hundimiento.
Qué miedo:
porque a Bárbara, si ríe, me la creo a medias sólo,
sólo a medias, pero en cambio me la creo toda entera
cuando la escucho en sus versos o la tiemblo al recitar.
Hoy. Domingo. 21:00. Bar Malatesta. C/Olmo, 3. Metro Lavapiés. El Tren Vertical. Coordina Alfonso López. Nuevo incendio de Bárbara Butragueño.
Felicidades, amiga.
6 comentarios:
Tuya es la culpa de mi desdicha,
tuya es de que mi tiempo se convirtiese en destiempo
Ladrón te digo, Ladrón
pues robaste mi atención
depositándola en tus letras.
Andaba yo más bien pachucho,
como el tiempo cuando merece la pena hablar de él,
absorto en desamores, letras y créditos
agobiado por una agenda de la que parece colgar una soga
y desfaciendo entuertos que a media mañana nacieron
con fecha de antes de ayer.
Cuando no dispuesto a atropellar a un traseunte despistado,
Apalizar a un controlador de la ORA
o a cagarme en los muertos de cualquiera que me hiciese una piruja,
decidí tomar el metro y aparcar el estrés propio de buscar dónde aparcar.
Y presto cogí chubasquero y mochila vieja que rellenar con la última
y todavía no polvorienta adquisición de mi pila de lectura
para sumergirme en el laberinto subterraneo que me separa,
o si queréis me acerca a mi quehacer cotidieano…
Y así te llamo ladrón y es necesario lo repito
Porque al son del tiempo y del destiempo pasaron las estaciones
y cuando debía encontrarme atendiendo a mis labores
encontreme de sobresalto interrumpido en mi poética lectura
por una voz metálica que me advertía
“Cuatro Caminos, correspondencia con líneas 1 y 3.
Final de trayecto.”
he estado el finde fuera, igual habría ido si me hubiera pillado aquí, me produce curiosidad bárbara, la conozco sobre todo de oídas
gracias, de corazón
por ayer, por esto y por todo.
como oro en paño guardo el poema-paráfrasis.
un abrazo
B.
Por una vez no me voy a sentir culpable, Edu. Estoy encantado con tu lectura. Y también con tu escritura...
Abrazote.
Estuvo mganífica, Santi, no te pierdas el próximo.
Gracias a ti, B., disfruté como siempre viendoyéndote. Quiero el poema donde no dejas títere con cabeza! No sólo lo guardaré como oro en paño (gracias), también lo colgaría del blog.
Buenos esos nuevos registros, reitero.
Bs.
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