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Se despidió. Y ya sin más preámbulo
se dispuso –tarea harto endiablada–
a cuajar la tortilla de su vida.
Se relajó con una doble dosis
de benzodiacepinas, buscó luego
el sombrero apropiado en el armario,
se colocó un gabán sobre el pijama
y, ya olvidado su sillón de orejas,
se dispuso a viajar. Le acompañaba
la tercera sonata para viola
de JS Bach. Batió dos huevos,
peló y cortó patatas y recuerdos
y guardó en la nevera sus principios
y todos sus finales…
"Lo que queda
"http://jlzuni.blogspot.com/
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 2 horas
2 comentarios:
Esto parece que va in crecendo... Este me gusta más todavía.
Un abrazo.
Gracias, Javier. Espero que el final del culebrón no te amargue la fiesta en Aranda. Pásalo bien.
Un abrazo.
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