No soy un general, nunca haré historia.
Sólo soy un soldado, y vivo en ella:
agacho la cabeza en las trincheras,
se me incrusta en la carne la metralla.
Mis batallas las llevo a mis espaldas
en las bocas del Metro o en los buses
que atrapo por los pelos cada noche
cuando sé que no hay más, que ya es el último.
Mis batallas las libro a dentelladas
en las zanjas que excavan, o que ordenan
excavar quienes pueden, los que ganan
todas las guerras: ellos, los que mandan.
Hoy, que tanto se escribe de la muerte
de la poesía o las ideologías
(hasta la historia ha muerto, según dicen),
callo y escucho. Soy tan ignorante
que no acierto a salir del laberinto
ni a mandar batallones al combate.
No soy un general, aunque he curtido
mi cuerpo en mil batallas. Y hasta tengo
el mando de la tele y de las plazas
que aún quedan por ahí.
"Lo que queda"http://jlzuni.blogspot.com/
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 2 horas
8 comentarios:
el mando de la tele y del teclado
Completísimo, Jose. Me ha gustado su su estructura dinámica y su contenido.
Soco
a mí me parece tan bueno no ser un general, no saber todo, tener el suficiente laberinto que nos convoca a todos en esta vida.
aunque la historia la viren los que mandan, la plaza es de los que tocan canciones a destiempo y a deshora...
lindo despertarme con este poema, José.
abrazos.
Del teclado nanay, soy un desastre.
Pues me alegro, Soco, hacía tiempo que tenía un tanto abandonados los cuartetos.
Bs.
Así es y así será, Bibiana, aunque tamoco me resigno.
Qué bien saberse leído en tu despertar.
Gracias por convertirte en seguidor mío zuñi! Un abrazo.
Vale, Ángel, espero no liarme con tanto heterónimo!
¿Así que casi cantautor, eh?
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