lunes, 8 de junio de 2009

junto a una fuente

I

Una estaba en la tierra.
Otra, en el agua.
¿Cuál de las dos —me dije—,
la que fluye sin pausa
o la que firme ahonda
en sus raíces?
En la tierra ella estaba,
ella estaba en el agua.
Yo miré hacia otra parte:
miré hacia el firmamento
para no equivocarme.



II

Miré hacia el firmamento.
El cénit suave
contrastaba sus grises opulentos
con la triste paleta de mis ojos.
Dime tú. Dónde tú.



III

Dime dónde estás tú,
dime quién eres.
¿Eres tierra? ¿Eres agua?
¿Son tus labios
los labios que me queman?
¿Son tus besos
la fuente que me alivia?
Una voz me responde:
—Soy tu sombra,
acércate y verás…




IV

El árbol hoy se me llenó de trinos.
El cielo todo se me llenó de azul.
Del arroyo cercano
una pregunta fluye sin descanso:
¿Dónde tú, dónde tú?
El árbol, generoso, acude presto:
—Estoy aquí, contigo.



V

Ya sé quién eres, siempre supe
el lugar en que estabas sin saberlo:
todo lo que me fluye,
todo lo que me ata,
fuente, estrella fugaz,
agua y tierra, también
airado fuego. Todos
los elementos, todos
los puntos cardinales,
la rosa de los vientos
eres.



VI

Una estaba en la tierra.
Otra, en el agua.
La fuente cristalina del jardín
me mojaba.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

fuentes varias alimentan la vida, el poema, la verdad, la inocencia, lo sincero

Inés dijo...

qué hermoso, encontrar todos los elementos en una mujer.

eres tierra, eres agua, eres aire, eres fuego.... tu poema es toda una tentación.

José, me ha gustado mucho
besos!

Jose Zúñiga dijo...

... Y la duda, Santiago, la pregunta que quiero contestar y no sé si puedo.

Jose Zúñiga dijo...

No sé, Inés, a veces lo ves todo claro cuando en realidad estás perdido en un mar de preguntas. Así salió el poema en todo caso, y seguirá el poeta pregutándose.

Beso

María Socorro Luis dijo...

Hermaso, Jose. Encantador. Chispeante. Tiene música y alas y... Que está entre los mejores.

Con mucho cariño.

Jose Zúñiga dijo...

Soco, en ti aprendo de alas.

Rafael Arenas García dijo...

Este poema me ha gustado especialmente.
Lo he leído varias veces desde que lo colgaste y siempre me transmite una sensación de paz, de totalidad, de amenidad (un lugar ameno), de un gran consuelo.

Jose Zúñiga dijo...

Pues lo cierto es que no estaba muy tranquilo cuando lo escribí, Rafael. Pero llovía.