jueves, 25 de junio de 2009

corredor de la muerte

Bien entrada la noche surge a veces
un imperioso impulso de matar a los muertos.
Como esto, bien se ve, es del todo imposible,
te satisface entonces un vulgar homicidio.
Pero a nadie le gusta la cadena perpetua,
al final siempre acabo matándome a mí mismo.

7 comentarios:

Rafael Arenas García dijo...

y tened por seguro
que otra vez volveré
y quizás sea entonces
cuando valor tendré
para matar a otro.
Si es que lo mismo da;
cualquiera de vosotros,
como yo, muerto está.

Yo, a veces, he tenido el impulso de hacer que los muertos descansen; que no es lo mismo, pero es igual (que decía Silvio Rodríguez).
Abrazo.

Javier Belinchón dijo...

Qué comienzo tan cojonudo y qué final tan cierto.

Jose Zúñiga dijo...

Yo estoy seguro de que es preciso matar a los muertos, Rafael. Dejemos lo de mí mismo en figura metafórica.

Jose Zúñiga dijo...

Gracias, Javier.

Un abrazo.

Inés dijo...

aquí me dejas sin palabras, José.
me parece brillante,

yo quisiera traerlos conmigo, resucitarlos si pudiera, lo que durase la noche, quizás así yo también terminaría durmiendo mejor.

tema delicado para mí, lo siento
estoy sensible
un beso,

Jose Zúñiga dijo...

Tema serio, Inés. Es cierto que esta vez mi sujeto poético es bastante subjetivo: en términos generales, quiero matarlos. A los muertos. No resucitarlos. Y duermo mejor sin ellos. Me hacen sufrir, unos porque sí y otros porque no.

Anónimo dijo...

matarse a base de poemas