Son las tres menos cinco.
Tengo miedo.
Alguno pide plaza de maestro.
Salen los duples. Otro
vigila a quién. Un ciego.
En los momentos nada decisivos
ninguno está, no encuentra
nadie nada, ninguno, de sí mismo.
Triples, cuádruples, quíntuples,
ja, treinta y uno,
ja ja ja, je je je,
qué jugada maestra.
Van siete, son las tres
menos cuatro. Tengo. Paso.
Ellos no saben: siempre
les sale juego.
¡Ay amada, qué bella, qué muerte
tan dulce la que ofreces!
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 2 días
10 comentarios:
no atino mucho yo a los juegos de cartas, soy más bien de parchis
No es un juego de cartas, Ana, es un baile de muertos. Para ser más preciso, de amigos que se fueron, con los que jugaba. Algo elíptico, claro.
Bss.
bastante elíptico pero mágico recordarlos a través de una partida de mus, seguro que echabas bastantes con ellos, yo me ofrezco como compañero ocasional de esas partidas, para cuando quieras maestro, aunque estoy un poco desentrenado.
Me gusta mucho esta, Jose, de vardad
Al Poker, voy a aprender al poker que es más sencillo, más yanky, más imbécil.
Son las 15,53, se ha pasado la hora de comer.
¡Ay mi amor, me queda unos trocitas de tu lengua! y me muero de hambre.
Perdona maestro Zú que utilice tu espacio pero me viene al pelo
Así me vino al coco, Ángel, y así lo dejé. Y mira que para desentrenados museros, el menda. No sé si me acuerdo de las señas.
Pues me honra, Pepe, tú siempre me ganabas.
Ay, Ble, eso de que mi espacio vaya a tu pelo me va a dar para unos versos sicalípticos. Gracias.
que el baile no pare, sigamos
Yo paré, Santi. En el juego, digo.
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