domingo, 11 de enero de 2009

el olor de los versos

Poemas que destilan
olor a sol de invierno.
Versos que desparraman su perfume
de forma caprichosa.
Estrofas que de pronto
huelen a cementerio.
Tus dedos cogen, temblorosos,
el papel y la pluma
y no sabes si vas a estornudar
(si eres, como es el caso, alérgico al perfume)
o no, según tengan el día
los fonemas que buscas con ahínco.
¡Achissss…! Jesús. Son tan raros los versos
que a veces uno piensa
en dejarlos morir en el tintero
y tumbarse en el techo envuelto en sus retruécanos.
Pero nunca lo haces.
Qué duro es este oficio de escribir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue, algo quedará de todo esto. Se nota que lo intentas día a día. Lo vas a conseguir.

pablo medel dijo...

Pues eso. Corroboro tu endecasílabo final. Ánimo con la rueda,