Lo recuerdo muy bien:
fue cuando tus pestañas se arrugaron;
el día en que las nubes de tu pelo
formaron cirros blancos
en torno a las paredes desconchadas
de nuestra habitación.
Aquella densa atmósfera
nunca voy a olvidarla.
El portazo, tampoco.
Y qué quieres, ahora
ya revoqué los paramentos
y estáis de sobra aquí
tú, y tu risa esquinada.
Presentación "Los mitos incendiados", de José Mª Herranz
Hace 45 minutos
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