El niño retozaba:
sus ojos grandes, negros,
reflejaban
indios y americanos.
Los abuelos miraban:
sus ojos asombrados
se vestían
con lutos de añoranza.
Ajeno a su futuro
sufrimiento,
el niño, a sus trajines.
Tan contento.
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 2 días
2 comentarios:
Impaciente, has hecho dos: ése no era el trato.
Es que era el que tenía preparado. Y luego escribí en la servilleta lo del vinagre y bueno... Pero tienes razón: ya está arreglado.
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