Entiendo que estés frita,
entiendo que me alargues
las mañanas
y me acortes las noches,
entiendo que mis pies
huelan a deportivas
y los tuyos a nácar,
entiendo que me digas
lo que no quiero oír,
entiendo que no escuches
lo que te digo,
entiendo que la cama
sea un lecho mortuorio
y tus pies estén fríos
y mis manos errantes,
entiendo que no veas
lo que miro, que digas
esto no va conmigo,
entiendo que no mires
lo que te enseño y digas
que no vale la pena,
que cuando hables de ayer
yo esté ya en la mañana
y cuando te despiertes
yo me duerma,
entiendo que me sueltes
a destiempo improperios
cuando yo deseaba
caricias sólo. Entiendo
porque siempre nos hemos entendido.
Entiendo que te rayes,
entiendo que no quieras
saber lo que se sabe,
entiendo que estas horas
son horas de acostarse,
entiendo que no sepas
dónde estuve esta tarde,
entiendo que me acose
tu mirada, que arde
con fulgor inaudito
antes de interrogarme,
entiendo que la noche
te haga un poco cobarde,
entiendo que solíamos
hacerlo y no lo haces.
Y no entiendo que ahora
te vayas y me dejes
sin dejar un recado,
sin decirme ni adiós,
hasta mañana. Entiende
que me extrañe.
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 2 días
4 comentarios:
Te entiendo.
Supongo que sí...
El primer verso.
Entiendo que estés frita.
Me ha encantado. Ya está. Welcome to the sharp blogging world, los dos.
Empezamos a entendernos.
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