Cómo se encalla el mar
en este ocaso de mareas bajas,
cómo la arena oscura
anega con el agua que brota de su entraña
las huellas que dejaron a su paso
los pletóricos cuerpos en las horas de luz,
cómo se infiltra
cada grano de arena
entre los intersticios de los dedos
con toda su aspereza,
cómo vuelan
bandadas de gaviotas tras la estela
velada de la flota que apenas se perfila
en la tenue, brumosa, línea del horizonte,
cómo resuena el eco de todos los ahogados
en la rompiente de la negra roca,
cómo se echa la noche envuelta en nubes
que presagian tormentas entre las espadañas
ya tocadas de muerte.
Nuestras manos se rozan con un escalofrío.
También es nuestro ocaso. Tu mirada de almendra
se pierde en algún sitio
que sólo tú conoces, que sólo tú recuerdas,
la más honda tristeza se ha instalado en tu frente,
y yo no sé qué hacer para mirarte
y acogerte en mis brazos
sin profanar ese silencio tuyo
que no es nuestro.
Vamonos, se hace tarde. Sólo el bálsamo
de la cama deshecha que nos espera en casa
aliviará el ardor de nuestras llagas,
sólo las sábanas
sanarán las heridas que nos queman por dentro
y no serán mortaja,
y no serán tormento,
y nos darán cobijo mientras llueve.
"Lo que queda"
http://jlzuni.blogspot.com/
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 5 horas
2 comentarios:
da calor, da paz, da estar a gusto en casa, es una maravilla venir a leerte, josé luis
Gracias , Santiago, yo me alegro mucho con tus visitas. Me hacen compañía.
Un abrazo.
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