Esta tarde las parras han parido
ubres maduras, uvas trashumantes
de ésas que siempre guardan el secreto
de una tarde cualquiera.
Esta tarde buscaba un alveolo
y descubrí, prendidas en tus huesos,
dos pequeñas partículas del aire
de una tarde cualquiera.
Esta tarde quise marcar los árboles
del paisaje con nuestros corazones
resinosos, transidos por la flecha
de una tarde cualquiera.
Esta tarde me recosté en la hamaca
dispuesto a destripar cualquier misterio
y me ofusqué perdiéndome en el sueño
de una tarde cualquiera.
Esta tarde, que se cargó de lluvia,
vi tu cuerpo a través de los cristales
envuelto en las cansinas telarañas
de una tarde cualquiera.
Esta tarde no supe lo que hacía
mientras hurgaba en tu caverna oscura.
Y era lunes, y no eran las caléndulas
de una tarde cualquiera.
Esta tarde no fue tarde ni noche:
buscaba un alveolo y esas cosas
se lloran en silencio.
Despertar a los muertos, de Scott Spencer
Hace 5 horas
2 comentarios:
permitamos que el silencio lo quiebren tus poemas
Es tan intenso aquí el silencio, Santiago, que pienso a veces que sobran (mis poemas). Pero qué le vamos a hacer, uno es así.
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